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jueves, 21 noviembre
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La Casa del Gallego: Un trozo de la historia de Tomelloso, por Clara López Cantos

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El pueblo de Tomelloso se sitúa al noreste de la provincia de Ciudad Real, dentro de la región de Castilla La Mancha. La casa del gallego es un bien inmueble situado en esta localidad que data del año 1869. Tomelloso, a pesar de su gran crecimiento demográfico y terrenal, es una población joven nacida de localidades de Ciudad Real como Socuéllamos, Pedro Muñoz y Argamasilla de Alba. Es en el año 1513 cuando se tiene constancia definitiva del pueblo y en 1764 obtenía la independencia de manos de Carlos III.

La casa del gallego, situada en  la calle Alfonso XII número 34, representa una de las primeras construcciones del nacimiento de Tomelloso, una de las primeras casas típicas de la burguesía de los siglos XIX y XX, constituyendo no solo una vivienda, sino que es a su vez uno de los más importantes puntos de producción y elaboración de vino y alcohol de la época. El motivo por el cual se denomina La Casa del Gallego se debe a sus expropietarios, ya que el padre, Don Ramón Vásquez Rodríguez y su esposa adoptaron a su hijo Ramón de Galicia.

Hace unos años, en Tomelloso se tuvo el pensamiento de derribar esta arquitectura, como se han derribado otros inmuebles años atrás en la localidad, sin reflexionar ni un momento en que estos edificios son parte de nuestra memoria, un hecho que me remite directamente a la cita de Paul Preston: “Quien no conoce su historia está condenado a repetir sus errores”. Condenados porque quedamos huérfanos de experiencia. Y con ello hago una comparativa entre la memoria de una persona individual y una sociedad.  ¿Han visto la película “Olvídate de mí”  de Michel Gondry? En la película existe una máquina capaz de borrar recuerdos de la mente. Imagínense que entran en su cabeza y recortan esos fotogramas (por llamarlos de algún modo). Nos quedaría un vacío, un hueco, echaríamos en falta una explicación previa a nuestro momento de ahora. Eso es lo que creo que podría ocurrirle a Tomelloso si acabamos con nuestra historia sin más: tendríamos huecos.

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La tradición manchega vinícola se reencarna en este contexto, una propiedad privada que representa el esfuerzo y el trabajo de los antepasados a través de los cuales se dio el paso de aldea a ciudad como la creación de la cultura popular que existe hacia el vino, las tradiciones y costumbres.

Como todo pueblo o ciudad, muchas veces lo que nos enriquece son las leyendas y la literatura. Sean ciertas del todo o no, nos hacen imaginar y mantener nuestra mente más despierta, en busca de más, en busca de investigar. La Casa del Gallego también tiene su leyenda: Ramón Sánchez López, era un joven de Puertollano que se instaló en Tomelloso y tenía un laboratorio de fotografía. Miembro relevante de las Juventudes Comunistas, se convirtió en comisario político del PCE con apenas veinte años. En la contienda estuvo en varias brigadas (en Uche, Madrid y en Teruel) pero sobre todo en la Dolores Ibárruri “La Pasionaria”. Al estructurarse el ejército para defender a la República, pasó a ser Capitán del Estado Mayor. Tenía mucha influencia y era respetado.

Se dice que mantuvo una relación con una hermana de Don Ramón Vázquez (expropietario de la casa). Frecuentaba la casa y mantenía una relación, al parecer, cordial con la familia, pese a las inevitables diferencias políticas. Estuvo hospedado en dicha casa durante algún tiempo, manteniendo el contacto con sus compañeros militantes y La Pasionaria. Con la guerra, esta relación se distancia. El joven idealista y prematuro militar graduado, se fue a Castellón donde continuó luchando en el frente y finalizada la contienda se desvinculó de su pasado político para formar una nueva vida. Ya no volvió a Tomelloso, por temor a ser delatado por los vencedores.

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Después de esta pequeña anécdotas sobre la casa, vamos a adentrarnos en las instalaciones de la misma: La casa del gallego  consta de una gran extensión, de 4324 metros y 20 centímetros, de forma irregular, situada al final de la calle Alfonso XII número 34 y entre las calles Manterola y Don Gaiferos. Se divide en cinco partes: La casa señorial, las casas de trabajadores, la fábrica, el jardín y la cueva de tinajas.

La chimenea que encontramos en el interior de la casa, protegidas por el Ayuntamiento, es una de las primeras existentes en la localidad. En el libro publicado por Joaquín Patón Ponce, “Chimeneas alcoholeras en  la provincia de Ciudad Real”, se puede hallar la historia de estas edificaciones que son símbolo de nuestra región.  Las fachadas son las típicas de edificaciones rústicas manchegas, ya que el inmueble se encontraba en el campo antes de que creciera el pueblo.

El portal y las habitaciones tienen una arquitectura típica de la época, el techo y las paredes están conformados de estuco, un material que se asemeja al mármol, muy típico de Italia. El suelo está cubierto por baldosas de terrazo de gran valor histórico y artístico. Existen otras dos habitaciones con características similares. La galería fue construida posteriormente, en los años 40 y 50, ocupando parte del jardín que era más extenso.

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La cocina tiene una forma irregular por estar acondicionada a la forma del jaraíz, ya que  tenía preferencia por ser un lugar elemento para la producción de vino. También destaca la  caldera, un fuerte sistema de calefacción para la época.

El jaraíz era el lugar donde se realizaba la tarea de pisar la uva. Existía en el mismo un hueco para comunicarlo con la planta baja y traspasar el zumo a su proceso de fermentación. En la arquitectura destacan las columnas de hierro fundido y la bovedilla típica manchega. El suelo está formado por baldosas de barro cocido. Originalmente el lugar era más amplio, después se construyó un muro que divide la estancia en dos cámaras.

Las cámaras son lugares donde antiguamente se guardaban alimentos para su conserva, se almacenaban utensilios y el grano. Se caracterizan también por tener agujeros para transportar cereal de una planta a otra. Existen tres cámaras grandes.

Otra curiosidad que encontré en la casa fue un montón de documentos de la época en las cámaras: libros de cuentas, periódicos, etc.

En la casa también se halla una enorme cueva de tinajas en el subsuelo. Otro lugar emblemático que representa la interesante historia de producción de vino en Tomelloso.

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El jardín se sitúa como centro común entre la casa señorial, la casa de los trabajadores y la fábrica. Se destaca por la gran variedad de plantas y de hierbas aromáticas que acoge, aunque por el descuido de varios años han crecido a su antojo. El suelo mantiene un empedrado especial que aún conserva. También encontramos un eucalipto procedente de Galicia, las raíces de dicho árbol tendrán alrededor de 100 años, aunque por el clima, sobre la fecha de 1950 se partió y después rebrotó sobre sus propias raíces.

Por suerte, en la actualidad se está llevando a cabo la rehabilitación de este inmueble. La casa se convertirá en un museo del vino y del alcohol que implica la conservación de parte de la arquitectura. El jardín también se restructurará con la intención de crear una zona verde para el barrio San Antonio y la Esperanza, zonas de Tomelloso que carecen de espacios verdes.

“Procuremos inventar pasiones nuevas, o reproducir las viejas con pareja intensidad” (Rayuela, Julio Cortázar). De eso se trata, de darle historia a la historia, de hacer revivir nuestro pasado o nuestras leyendas.

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