Estamos en el siglo II a.C, nuestra moderna provincia de Ciudad Real se encuentra dividida en dos demarcaciones de tribus íberas, las tierras de Oretania y Carpetania. En esta época las carreteras, los campos de cultivo, los monumentos…todo lo que conocemos hoy en día ha sido sustituido por un inmenso campo de batalla en el que los celtíberos, la población autóctona del territorio, trata de resistir desesperadamente a la invasión romana, cuyas legiones avanzan bajo el mando de un general llamado Tiberio Sempronio Graco. Algunas ciudades se oponen al poderío militar de Roma y un caudillo, de nombre Thurro, ofrece resistencia en la ciudad de Cértima, enclave que se cree que puede corresponderse con Campo de Criptana. Las legiones levantaron un campamento en las cercanías (quedan restos hoy día) y asediaron Cértima y la cercana Alces, refugio de los hijos de Thurro y que podría corresponderse con Alcázar de San Juan.
Tras las batallas, y viéndose incapaces de contener el ataque del poderoso ejército romano Thurro firma una paz y es declarado un amigo del pueblo romano. Las tierras de los celtíberos pasaron a engrosar los territorios controlados por Roma. Las riquezas de la región eran importantes, basadas sobre todo en explotaciones mineras, como las de Sisapo (aldea de la Bienvenida).
Tras el fin de las Guerras Celtíberas y la llegada de la paz, toda Hispania pasó a «romanizarse» y se levantaron importantes centros urbanos, o se transformaron los ya existentes. Este proceso trajo consigo la aceptación del modo de vida romano en su más amplio sentido, monetario, jurídico, religioso…con el tiempo Hispania se transformó en una de las regiones más romanizadas del Imperio. El territorio de la moderna Ciudad Real no fue una excepción. Quedó encuadrado en la provincia romana de la Tarraconensis cuya capital era la ciudad de Tarraco (Tarragona).
La región contó con numerosos asentamientos, como la ciudad de Laminium (Alhambra) y hoy en día hay restos romanos repartidos por toda la provincia, un buen ejemplo lo encontramos en el puente del Molino de la Torre, de origen romano, sobre el río Záncara y entre los términos de Socuéllamos y Pedro Muñoz o en los restos del campamento romano en las cercanías de Campo de Criptana. Lo cierto es que, en buena parte de los términos de los pueblos de Ciudad Real, se han encontrado vestigios de la Antigua Roma, lo que da testimonio de que nuestra región ha estado habitada desde mucho antes de la Edad Media.
Incluso en el término municipal de Tomelloso se habla de los restos de una villa agrícola cuyo origen sería romano, desgraciadamente, Tomelloso no tiene ningún registro arqueológico y no se puede saber dónde fueron localizadas o si hoy en día aún existen.