Tras arduas y peliagudas deliberaciones la Asociación Cultural “Los Académicos de la Argamasilla”, a través de su XV Juicio Crítico Literario, condenaron, el pasado sábado 18 de junio de 2016, a Vicente Calatayud Maldonado, Catedrático Emérito de Neurocirugía de la Universidad de Zaragoza, ciudadrealeño de origen y aragonés de adopción, a ser preso en la Cueva de Medrano, como lo fue Miguel de Cervantes, paso previo a su nombramiento como Académico de Honor de la Asociación Cultural “Los Académicos de la Argamasilla”.
Bajo la docta y doblemente versada, por su gran conocimiento de la materia y porque lo hizo en verso, palabra del Presidente de Honor Guillermo Fatás Cabeza, Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza, se desarrolló un insólito juicio con mayor camarería y “compincheo” que hostilidad, pues si bien el encausado tiene derecho a su defensa y el defensor, Francisco González de Posada, Catedrático de Física Aplicada de la Universidad Politécnica de Madrid, a defender a su defendido, lo extraño es que el fiscal, José María Rivera Hernández, fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Aragón, destaque más las cualidades que las vaguedades del encausado y de sus alegaciones.
En este trance el jurado se vio en la tesitura de tener que presentar una condena para un encausado al que nadie acusaba, y sin embargo estaba siendo juzgado, por ello, su portavoz, Ana Mª Ruiz-Moyano Balmaseda, Académica de Honor de la Argamasilla, aseveró no saber qué hacer, por lo tanto dejaban “la pelota en el tejado del Presidente de Honor, el cual, sin obviar lo mínimo, decidirá si absolver o castigar al Galeote Encausado”, aun así, recomendó que encausado, acusador y defensor fueran enviados a la Cueva de Medrano y “los deje allí treinta años y un día por lo menos”.
Cumplida la condena, y perdonados algunos años de la misma, Vicente Calatayud salió de su encierro para recibir de manos de la presidenta de los académicos, Pilar Serrano, el diploma que le acredita como nuevo Académico de Honor y en cuyo título se puede leer: “Los Académicos de la Argamasilla, lugar de La Mancha, en vida y muerte del valeroso Don Quijote de la Mancha. Hoc scripserunt”.
El decimoquinto Juicio Crítico contó con la presencia de la delegada de la Junta en Ciudad Real, Carmen Olmedo; el alcalde de la localidad, Pedro Ángel Jiménez; el presidente de la Real Academia Nacional de Medicina, Joaquín Ponch; así como con la del concejal de Cultura, José Antonio Navarro, y concejales del grupo popular municipal.
Cabe recordar, que para ser nombrado Académico de Honor, el encausado tuvo que presentar una tesis, en esta ocasión, Calatayud dedicó su intervención a “Sancho Panza, imagen para la sociedad de hoy”; por su parte la acusación lo hizo “De cómo el que instruye, aunque fuese intruso, puede instrumentalizar el intrusismo”, mientras que la defensa lo hizo sobre “Circunstancias de la Argamasilla, la Argamasilla como circunstancia”.
Principales alegaciones en el juicio
Para alcanzar este preciado título, Calatayud, innovando, como ha hecho en muchas facetas de su vida, pero sobre todo en la profesional, dedicó su intervención a Sancho Panza, tan importante en el Quijote como el protagonista de la obra, y sin el cual, seguramente, don Alonso Quijano nunca hubiese superado las fronteras de La Mancha.
Según el encausado en la obra cumbre de Cervantes, cuando se cumplen 400 años de su fallecimiento: “el sabio encuentra hondura para su ciencia, el ignorante risa para su holganza, el indiscreto aviso para sus extravíos, el prudente enseñanza para su conducta, y todos, como Sancho Panza, satisfacción para regular su marcha por el camino de la vida”, y continua diciendo, “Esta sociedad hoy necesita Sancho Panzas que al perfil socio-tecnológico de la misma le impriman una necesaria y renovada calidad humana y generosa, buscando la fama y el prestigio a través de la honradez y el entendimiento”.
“He regresado a esta maravillosa Mancha –afirmó Calatayud- después de largos años tratando de adquirir ciencia y cultura en Barataria y Pedrola, localidades quijotescas del Reino de Aragón, cerca de Zaragoza, donde comencé a descubrir la grandeza de la amistad y generosidad de los (citando Azorín) inigualables paisanos de Argamasilla de Alba, y yo añado de Aragón”.
Mientras que el fiscal, José María Rivera Hernández, acusó a Calatayud principalmente de intrusismo, “el intrusismo cometido por el encausado ha servido para instruir a los demás y orientarles en el conocimiento de la figura de Sancho Panza quien, como dice en su tesis, es una figura tan importante como la de su señor”.
Tras su exposición la acusación solicitó: “que continúe en su destierro en tierras aragonesas, pues no queremos prescindir en Aragón de tan preclaro personaje, de hombre de tal valía y de tan apreciado amigo. Destierro del que podrá salir siempre que lo desee, especialmente cuando se trate de venir a su querida tierra manchega (…) y para que quede ligado de forma permanente a este lugar, que se proceda a su ingreso como Académico de Honor de La Argamasilla”.
Como síntesis final manifestó que el encausado afirmó que don Quijote no ha muerto y, por tanto, Sancho tampoco: “Ellos están vivos y bien vivos, sobre todo Sancho, como están vivos los académicos de la Argamasilla que hoy hacen Académico de Honor a este gran manchego, Vicente Calatayud, para felicidad de todo hombre de bien”.
Fácil dejó el fiscal su tarea al defensor para poder disertar plácidamente sobre “la circunstancia”, así alegó que “Sancho es circunstancia de don Quijote tanto como el caballero es circunstancia del escudero”, y continuó diciendo, “Este lugar de La Mancha también es circunstancia del Quijote y de Sancho, como quedó reflejado en el final de la Primera Parte de la colosal obra cervantina”, afirmó.
Por lo tanto, para el defensor el encausado dedica su tesis a Sancho Panza, “a su figura, a su relieve literario, a su valor, reconociendo que se constituye en personaje tan importante -o casi- como don Quijote”.
Así, indicó el defensor: “El encausado afirma con buen criterio que el escudero representa un segmento de la sociedad, la clase popular, que a lo largo de la historia literaria española siempre fue vista, erróneamente, como inculta y risible”, y finalizó diciendo: “Este lugar de La Mancha, el lugar de los académicos, es circunstancia de Don Quijote y de Sancho Panza tanto como éstos son circunstancias de Argamasilla de Alba”.