El presidente de la Diputación, José Manuel Caballero, ha dicho esta mañana que las Administraciones, entre ellas la institución provincial, y la sociedad en su conjunto tienen el deber de fomentar la educación y el respeto a la diferencia, con el objetivo de que aquellos que piensan, sienten y aman de manera distinta puedan expresarse con toda libertad y disfrutar como lo hace el resto de la ciudadanía.
Caballero, que ha hecho estas declaraciones después del minuto de silencio que se ha guardado en la puerta del Ayuntamiento de Ciudad Real en memoria de las víctimas del atentado de Orlando, ha condenado los hechos acaecidos en Estados Unidos y ha trasladado su solidaridad a las familias de los fallecidos y heridos.
Ha asegurado que se trata de un atentado terrorista porque se basa en el odio a lo diferente, a lo ajeno y a lo distinto. Y ha remarcado que hay que condenar este tipo de actos tanto si se producen a miles de kilómetros como si se dan en nuestro país, donde, «lamentablemente», se están registrando muchos actos de violencia causados por la homofobia. Ha añadido, en este sentido, que conviene recordar las situaciones de violencia y marginación que sufren los que son diferentes, «pero que no dejan de ser iguales».
Con anterioridad la alcaldesa de Ciudad Real, Pilar Zamora ha dado lectura a una declaración institucional en la que ha condenado el atentado. Ha mostrado apoyo a los familiares de las víctimas «en estos duros momentos» y ha deseado una pronta recuperación a los heridos.
Zamora ha afirmado que se trata de un acto de odio y de una tragedia ante la que no se puede permanecer impasible. Y ha comentado que el colectivo de Gays, Lesbianas, Bisexuales, Transexuales y Personas Queer (LGTBQ) de Ciudad Real invitaron ayer a la reflexión y apuntaron a la educación como una vía de solución al problema. «Educación desde el respeto y la igualdad, esa utopía de la convivencia en igualdad podría convertirse en realidad en poco tiempo, y eso es tarea de todos», ha afirmado Zamora, para concluir diciendo que hoy en la capital han hecho visibles a colectivos «que en muchos países no pueden mostrar un mínimo sentimiento en público».