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Alonso Quijano habría sufrido una psicosis que explicaría el porqué del Quijote

Quijote

El análisis psiquiátrico de Alonso Quijano, más conocido como Don Quijote de la Mancha, es complicado de realizar y también de conocer que enfermedad mental sufría, pero todo apunta a que padecía psicosis reactiva y que, a día de hoy, sería tratado con neurolépticos e internado, según apunta, en un informe realizado por el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, el psiquiatra del Hospital Vithas Nuestra Señora de Fátima, Tiburcio Angosto Saura.

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Para Tiburcio Angosto Saura lo más importante de la «destemplanza» de Don Quijote «no es establecer un diagnóstico, ya que es muy difícil saber qué tipo de locura tiene y no parece encajar en ningún diagnóstico, pero hay estudios existentes que se inclinan a que sufría esta psicosis puesto que al final de su vida acaba curándose espontáneamente».

El experto no tiene duda de que, actualmente, sería internado en una Unidad de Psiquiatría de Agudos de un hospital general y recibiría un tratamiento a la espera, como hace el propio Cervantes, de dejar evolucionar la enfermedad hasta su curación.

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Otro dato interesante es que el padre del autor del Quijote era médico y, sin duda, algún caso psiquiátrico le contó a su hijo Alonso Quijano porque en diferentes episodios de la novela mantiene comportamientos que desvelan una patología concreta.

LOS DELIRIOS DE DON QUIJOTE

Uno de los más conocidos es la batalla que entabla con los molinos de viento. No se trata de una alucinación, ver lo que no hay, sino de una interpretación delirante de la realidad porque Don Quijote confundía lo que realmente veía.

Lo mismo sucede con el episodio en el que ataca a los odres de vino confundiéndolos con un gigante que le atacaba. O bien, con la promesa de una ínsula para Sancho y que finalmente le cede en las inmediaciones de Zaragoza, es un delirio de grandeza.

El comportamiento con su amada Dulcinea es un delirio erotomaníaco que le llevó a sentir una emoción muy intensa y un amor pasional y, por eso, tuvo que superar todas las pruebas para ser digno de ese amor.

Todos estos episodios son «una colección de casos que Cervantes relata como buen observador de la vida que era, no solo en este libro, sino también en sus ‘Novelas ejemplares’ cuenta la historia del ‘licenciado Vidriera’, donde describe un catatónico que se creía de cristal».

LAS LECTURAS NO LE ENLOQUECIERON

Alonso Quijano se convirtió en este personaje tratando de buscar sentido a los libros de caballería que leía, no como consecuencia de un exceso de lectura.

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Así lo afirma el doctor Angosto que desmiente el mito de que la locura fuese producida por un exceso de lectura y recuerda que el propio autor explica que «la perdida de juicio» se desencadena debido a su interés por encontrar un sentido. En este sentido, en el capítulo I dice que Alonso Quijano «desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mismo Aristóteles».

Hasta Cervantes especifica que Don Quijote leía muchos libros, especialmente los de Feliciano de Silva, que eran sus favoritos porque «la claridad de su prosa y aquellas intrincadas razones suyas, le parecían perlas frente a otros textos».

En este punto del relato, el autor también desvela su comportamiento obsesivo ya que dice que leía tanto que abandonaba otras aficiones como «la administración de su hacienda», e incluso que llegó a vender «muchas hanegas de tierra de sembrura para comprar libros de caballería en que leer».

¿POR QUÉ NO ENTRÓ EN UN MANICOMIO?

El libro explica el origen de su locura, pero no aclara porque no fue internado en un manicomio ante los altercados que provocaba. En España ya existían al menos ocho psiquiátricos en aquella época y, además, había uno en Toledo cerca de donde residía, tal y cómo cuenta el doctor Angosto.

«En el siglo XVI existía una importante tradición de cuidados para personas perturbadas, probablemente influenciada por la cultura árabe, que hizo que nuestro país fuera un avanzado en la creación de ‘Casas de Orates’ como las de Zaragoza o Toledo».

No obstante, el experto recuerda que en la copia del Quijote de Alonso Fernández de Avellaneda, el personaje sí fue internado en un psiquiátrico.

«Cervantes no tenía intención de escribir una segunda parte, pero la realiza en respuesta al apócrifo de Avellaneda y la inicia contando historias de locos; para diferenciarse decide que su personaje muera en su casa y lúcido, no como el apócrifo», ha indicado Angosto Saura.

Con la muerte de Don Quijote, Cervantes «no solo evita una segunda parte de Avellaneda, sino que da coherencia al proceso de curación con la aparición de melancolías y desabrimientos que hoy llamaríamos depresión postpsicótica», asegura.

Esa depresión quedó reflejada en su personaje y para Alonso Quijano, «al no existir delirio, el mundo real ya no importa, y al no poder estar en el mundo de Don Quijote, otro mundo poco importa y por lo tanto es mejor desaparecer».

La locura de Don Quijote era coherente por la lógica planteada por Cervantes. Por tanto, el doctor Angosto concluye argumentando que el Quijote de Cervantes es «más coherente como caso clínico que el de Avellaneda, que solamente tendría la coherencia en un cuento de locos».

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