Este sábado el Teatro Municipal de Tomelloso —además de una soberbia velada musical— vivió dos estrenos absolutos. El primero, que saltaba a la vista nada más entrar al coliseo, fue un cuadro (casi un mural) con la nueva imagen de la Asociación Pro-Música Guillermo González realizado por Andrés Ruiz Paraíso. La segunda de las novedades vendría más adelante.
Organizado por la APM Guillermo González y con el patrocinio del Ayuntamiento el Dúo García Jermman-Moretti, violonchelo y piano, ofrecieron este sábado un, como decimos, soberbio concierto, el 151 en el ordinal de los dieciocho años de vida de esta sociedad promotora de la música. En el proscenio había ciclámenes rojos, esas recurrentes flores persas nos avisan de que el invierno ha llegado.
García Jermman y Moretti empezaron fuertes, con Bach, nada menos. Se trataba de la Sonata en Sol menor, número 1029 del catálogo que Schmieder hizo de su obra. Estremecedora la interpretación que el dúo hizo del adagio de esta sonata. Es admirable como solo dos intérpretes y dos instrumentos son capaces de llenar de música cada intersticio del teatro. Bach, como decía García Jermman, pone las cosas en su sitio, tarde o temprano todos los músicos llegan a él.
Continuaron con Beethoven. La Sonata número 3 en La Mayor. Pertenece, según dijo el violonchelista al periodo heroico del genio de Bonn. La pieza llevaba implícita toda la personalidad apabullante de Beethoven, todo el clasicismo del genio; nos dejó sin aliento.
La segunda parte estuvo dedicada a la música española. A la olvidada música española que quedó en cualquier cajón porque no teníamos editoriales musicales de renombre. Unas composiciones que, según advirtió García Jermman, no sonaban a los cánones posteriores sobre la españolidad impuestos por Ravel o Rimski‑Kórsakov, pero que resultaron preciosas, delicadas, armoniosas y frescas. Eran, salvando las distancias, como los ciclámenes que ornaban la boca del escenario.
Monasterio, Guelbenzu. López Juarranz, Falla, Gerónimo Giménez y, el segundo de los estrenos absolutos, Roberto Goberna, de quien los músicos interpretaron su Romanza sin palabras.
El público ovacionó a los músicos y estos correspondieron con dos bises, la Cavatina de Giménez y Noche y sueños de Schubert. Fue una de esas noches que hacen afición.