La Asociación Pro-Música Guillermo González de Tomelloso, incansable en su lucha por la difusión del arte de Euterpe (que diría un cursi), programó este fin de semana un recital de canción lírica española. Como viene siendo habitual en los conciertos organizados por esta asociación, el auditorio —en este caso el del Museo López Torres— se quedó pequeño. El público disfrutó ¡y cómo! ante el programa, magníficamente interpretado por Carlos Granados a las castañuelas, Azucena López, soprano y Karina Azizova al piano.
En las notas al programa, Carlos Granados destaca que la canción lírica española, a partir de finales del XIX, es asimilada por el pueblo, en una especie de nuevo folklore, o folklore urbano. No tienen siglos de antigüedad, ni pertenecen a la tradición oral, pero se cantan por el pueblo. Actualmente la canción lírica española sigue viva, evolucionada y trabajando sobre nuevas formas de composición.
El recital abarcó desde comienzos del XIX, con tres piezas de Manuel del Pópulo Vicente García, hasta nuestros días, con Baile, de Bernardo Cerrato, presente en la sala. Las composiciones de Lecuona, Falla, Caballero, Larregla, Luna y García Lorca, Cerrato, García y el propio Carlos Granados nos hicieron recorrer la cronología de la canción lírica española. Algunos momentos, sobre todo, con las Canciones populares de Lorca, nos podríamos imaginar (salvando las distancias, lógicamente) al propio poeta y a La Argentinita.
Los tres intérpretes divirtieron al respetable con su magnífica interpretación. Azucena López, cantó las piezas con soltura y sin hacer exceso del belcantismo y las florituras, lo que fue de agradecer dado el programa: cada cosa a su tiempo. Karina Azizova interpretó el repertorio como si fuese española, nos atreveríamos a decir.
Mención aparte merece la soberbia interpretación a las castañuelas de Carlos Granados. Magistral en el Zorongo Gitano, sublime en La vida breve y excelente en Trinos, del propio intérprete. “¡Qué fenómeno!”, sentenciaba nuestra compañera de asiento y proclamamos nosotros.
Una cerrada ovación del respetable hizo que el trío repitiese en dos ocasiones.
