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lunes, 25 noviembre
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“Al final de la carretera” llenó el Teatro Municipal de Tomelloso

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No cabía un alma en el Teatro Municipal de Tomelloso.  El público, expectante, acabó con todo el papel. La de este último sábado de febrero se presentía como una gran noche de teatro: obra conocida, actores famosos e inmejorable ambiente en las butacas. Los Escenarios de Primavera del Área de Cultura del Ayuntamiento proponían “Al final de la carretera”, una tragicomedia del aplaudido autor norteamericano Willy Russell, adaptada a la idiosincrasia patria por Juan Carlos Rubio.  Dirigida por Gabriel Olivares, la función contó con  un reparto de lujo: Manu Baqueiro, Melani Olivares, Marina San José y Raúl Peña.

Rafa (Manu Baqueiro) cumple 40 años. Vive con la esposa ideal (Melani Álvarez), en una urbanización ideal, la Colonia de la Lírica y en la zona más exclusiva, el Sector 2. Una suerte de Little Boxes, que cantaba Pete Seeger. Laura, su mujer, le ha preparado una fiesta por su cuarentena en el coqueto jardín de su “cajita”  a la que están invitados los padres de Rafa y  Victoria (Marina San José) y Alfonso (Raúl Peña), la pareja líder de la urbanización.

Nuestro protagonista se descubre escuchando a Bisbal (al que odia) cuando lo que quiere es escapar, con su vieja mochila al hombro (esa que huele a porro e Ibiza), donde el autostop le lleve, mientras Sabina le susurra canciones al oído. Crisis de los 40, en estado puro. El Sector 2 no es ni mucho menos el oasis que aparenta. Suceden hechos terribles, sangrientas decapitaciones de gnomos de jardín.  Nuestro Rafa, además, esconde secretos en el armarito del jardín. Los poemas que sigue escribiendo, le dice a su mujer, ella le contesta, como epítome de la obra: “Yo antes leía tus poemas, eran tristes. Ahora tenemos de todo”.

La llegada de los sofisticados vecinos y el trasiego de alcohol sin medida provocan un coctel explosivo. Los personajes van exponiendo, durante esa noche de cumpleaños, sus razones vitales, su programación de todo, incluso del sexo (estructurado y racional).  En el transcurrir de la velada se va desmontando esa aparente perfección, descubriendo que todo es una pose. Hasta asumir, no sin resignación, que aunque no tengan la vida que habían soñado quizá la que les ha tocado en suerte no sea tan mala como creían: “Paul Simon nunca será feliz, es un enano, él lo que quiere es ser Art Garfunkel”.

De todas formas, queda una esperanza: la de escapar hasta el final de la carretera.

Manuel Baqueiro, Mélani Olivares, Raúl Peña y Marina San José interpretan la obra como una serie de televisión (que tiene referencias continuas en el libreto). Que son buenos actores nadie lo puede dudar y así quedó reflejado este sábado en Tomelloso. A nuestro juicio —y por poner alguna pega— usaron un tono de voz no muy alto, por lo que determinadas escenas se oían con dificultad. Aun así, el público disfrutó, empatizó, rio, y sobre todo, aplaudió a rabiar.

Por cierto, cabe reseñar como un protagonista más de la obra el chalé propiamente dicho en la lejana colonia de la Lírica.

Los augurios se cumplieron y fue una gran noche de teatro.

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