Organizado por la Asociación Haciendo Surco, el Auditorio del Museo Antonio López Torres de Tomelloso acogió el IX Encuentro de la Palabra con la Música, titulado “Sembrando palabras y acordes musicales”. El público acudió a la llamada de la ONG organizadora, llenando las localidades y contribuyendo con la entrada al proyecto de nutrición que la asociación tiene en Douala, Camerún.
La presidenta de Haciendo Surco, Teresa Requena nos relataba en los prolegómenos del acto que la idea de realizar estos encuentros surgió con el afán de recaudar dinero para el proyecto que hace nueve años tenía la ONG en Argentina. Pensaron que no tendría continuidad, pero cada año se va mejorando y consolidando, al principio la base del espectáculo eran los poetas de Tomelloso, explicaba Teresa Requena, pero desde hace unos años Esther de Paz desarrolla monográficos, este año es sobre Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez.
Haciendo Surco lleva tres años con un proyecto en Douala, Camerún, tiene acogidas veinte niñas que estaban en exclusión social “y gracias a las ayudas de todos los tomelloseros” las tenemos acogidas en un centro. También tiene un proyecto de nutrición para bebés a los que las madres no pueden atender. Teresa agradeció —y también al final del espectáculo— a todos los que han colaborado en el mismo y al público de Tomelloso por la soberbia respuesta a la llamada de Haciendo Surco.
La velada estuvo impecablemente presentada por el periodista Juanjo Madrigal, que próximamente pregonará la Semana Santa de Tomelloso. El cartel lo realizo María Paz Ropero y el fotomontaje que se proyectó los llevaron a cabo Rosa María de Paz y Pilar Grande.
La primera parte, “Sembrado palabras y acordes musicales”, trazó el avatar vital de Zenobia Camprubí. Desde su nacimiento en Malgrat de Mar. Su periplo americano, el regreso a España de “La americanita”; la Rábida y la llegada a Madrid. Una escritora y lingüista de éxito que fundaba clubes y escribía para revistas y diarios americanos. Las risas en la casa de Susan Huntington y Rabindrantah Tagore, sobre todo el indio, le llevan a Juan Ramón, de quien no se separó hasta su muerte. Libremente abandonó todo lo que era, Zenobia, para ser la sombra del poeta “cansado de sí mismo”. Su boda en Nueva York, “Señora, el nombre de Zenobia Camprubí suena a nombre de un hada que nos parece haber visto en el cuento mejor (…) Así esta hada Zenobia es hoy un hada bien maridada al egregio poeta Juan Ramón Jiménez”, escribió Ortega y Gasset. La guerra, el exilio, la enfermedad, el Premio Nobel y la muerte. Primero Zenobia y después Juan Ramón.
Esther de Paz, quedamente y sin estridencias, magníficamente, fue narrando la vida de Zenobia, su voz cálida nos iba envolviendo con el personaje, sintiéndolo como nuestro y cercano. Alfonso Nieto, Chari Hernández, Juan López, Félix Plaza y Alfonso García, recitaron estrofas de Juan Ramón Jiménez, pusieron voz a Zenobia, a Tagore o a Ortega. Mari Eli Blanco con el piano, Inmaculada Valero con la guitarra y las voces de Alicia Hervás, José Manuel León y algunos cantantes de la Coral del Conservatorio de Tomelloso, pusieron la música a esta primera parte. Bien elegida y mejor interpretada.
En la segunda parte, la Coral del Conservatorio de Tomelloso, con Alicia Hervás y José Manuel León, acompañados al piano por la directora de la formación, Mari Eli Blanco, interpretaron varias piezas del “género chico” que decían los clásicos. La Canción Húngara de Alma de Dios de Serrano. De la zarzuela Luisa Fernanda de Moreno Torroba nos dejaron Vareadores y la Mazurca de las sombrillas. Acabaron con la Canción del Sembrador de la Rosa del Azafrán, brillantemente interpretada por el solanero José Manuel León.
Una velada que nos sirvió para recrearnos en la figura de una mujer, sin duda, magistral; disfrutar con la música y, encima, contribuir con una causa solidaria. ¿Qué más se le puede pedir a la noche de un sábado?
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