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Don Quijote analizado psiquiátricamente cuatrocientos años después

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Organizado por la Asociación Cultural “Los Académicos de la Argamasilla” con motivo del IV Centenario de la segunda parte del Quijote, el pasado viernes 8 de mayo, el Centro Cultural “Casa de Medrano” de Argamasilla de Alba acogió la presentación del libro titulado: ‘Don Quijote, el poder del delirio’, de la editorial La Hoja del Monte; último estudio realizado por el prestigioso Catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica, Francisco Alonso-Fernández.

Según indicó el profesor, tras una visita a Argamasilla de Alba sintió la necesidad de presentar uno de sus libros sobre el estudio del Hidalgo de la Mancha en la localidad. Así, tras ‘El Quijote y su laberinto vital’, ‘El Quijote entre la usurpación y el delirio’ llegó ‘Don Quijote, el poder del delirio’, que finalmente pudo ser presentado en Argamasilla.

Ejercieron de escuderos, en la presentación del libro de este hidalgo psiquiatra y ensayista, dos catedráticos de neurocirugía y física aplicada, Vicente Calatayud Maldonado y Francisco González de Posada, respectivamente, amigos y compañeros del autor en la Real Academia Nacional de Medicina. De todos ellos, desplegó el importante currículum y trayectoria la presidenta de los Académicos, Pilar Serrano, que hizo de presentadora y moderadora.

Alonso-Fernandez señaló que su obra se atiene fielmente a la de Cervantes: “con mucha frecuencia, en el libro, cuando se hace una afirmación a continuación se pone el párrafo del Quijote sobre el que se sustenta, de manera que realmente es como si estuviéramos escuchando a un enfermo, y nos basamos no en nuestra imaginación, sino en lo que nos está diciendo el enfermo”.

En algunas partes de la obra no sale muy bien parado el personaje manchego, pues según el autor “no sólo era machista, sino también falocrático porque trataba de dar a la mujer la orientación de la vida que él creía que debía de tener la mujer para ser feliz” y continuó diciendo: “Don Quijote era una amante de la espiritualidad y de los valores, pero vistos desde el punto de vista del deber y no desde el punto de vista de la ordenación de los valores filosóficos en líneas generales”.

“Como se siente una figura tan seductora, -indicó Alonso-Fernández- piensa que toda mujer que se le aproxima tiene deseos de enlazar con él, esto es una impresión, un impresión delirante; pero reserva su impresión delirante para Dulcinea (…) Don Quijote es puramente platónico, piensa en deseos, piensa en tendencias, pero todo esto espiritualizadas”.

Para Calatayud Maldonado: “En el preámbulo ya califica a don Quijote de hombre de acción, nacido de una metaficción en la imaginación del hidalgo, un ente con evidencias delirantes que toma vida humana” desde el comienzo la vida de don Quijote tiene un origen y desarrollo dictados por un delirio en el que se da una concordancia plena entre el delirio del personaje y sus acciones excéntricas para ejecutar acciones con un sistema delirante caballeresco, la ideología de acción de don Quijote se ajustaba al deber profesional de caballero andante”.

“La obra de Alonso-Fernandez constituye un tratado del Quijote, -aseveró González de Posada- en el que integra los elementos propios de sus interesantes obras quijotescas precedentes (…) Tratado, tesis, ensayo acerca de quién fue Alonso Quijano; don Quijote en su condición de paciente, personaje autometamorfoseado delirante”. Además, en relación al autor, añadió: “La obra que estamos presentando merece unir el nombre de Alonso-Fernández al del quinteto: Unamuno, Maeztu, Américo Castro, Zambrano y Ortega”.

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