Hasta el 17 de agosto la sala CICATO expone los muebles de la tomellosera Macu Camacho. Desde un sillón tapizado con tela de cebra, a un marco inconmensurable (e incomparable), una mesa de los años 30 que soportó una máquina de coser, una columna de madera o una lámpara tiffany, entre otros muchos objetos, adornan la sala de exposiciones, demostrando que no solo de pintura y fotografía vive el arte.
Macu nos cuenta que fabrica y arregla muebles, a pesar de que “la ebanistería y las mujeres no casan bien”. Asegura que lleva muchos años dedicándose a esto y que le permite “medio comer”.
Acude a casas vacías, avisada por gente que la conoce, con una furgoneta, a rescatar los muebles: “no consiento que se tiren cosas tan bonitas”. Esta suerte de trinitaria de la belleza trabaja en Madrid y acumula objetos, algunos preciosos. Su experiencia le dice aquellos que son susceptibles de ser arreglados. Además, también fabrica muebles. Nos cuenta que estudió ebanistería, con un maestro antiguo y estricto, incansable en las correcciones, de quien aprendió este arte.
Arregla, fabrica y colecciona, siente en sus manos la creación de esos objetos usando herramientas de nombres obsoletos y evocadores.
Macu ha traído a su ciudad lo mejor de su trabajo, obras que incluso están ya vendidas, pero que su belleza les hace acreedoras de ser contempladas.