Hoy, de refilón, he oído, en una de las múltiples tertulias radiofónicas matutinas, que alguien está buscando, propiciando o pretende, si pudiese, la ruptura del pacto constitucional. Parece ser que a esta gente que busca la ruptura ya no les valen aquellas cosas tan bonitas que se consensuaron entonces y que hablaban de soberanía popular, de respeto, de justicia, libertad, igualdad… y que vinieron a vertebrar la convivencia, tan complicada siempre, de todo hijo de vecino en esta nuestra amada y siempre incomprendida España.
No sé de quien hablaban, quiénes son esos subversivos irreverentes, pero he llegado a la conclusión de que la tertulia ha debido ser algún programa enlatado, algo grabado hace tiempo. O eso o los tertulianos están muy, muy desinformados, absolutamente desfasados.
Estos tertulianos no han debido enterarse aún de que los representantes del pueblo —que tantas esperanzas puso en aquel pacto constitucional— han utilizado las instituciones que les encomendaron gestionar para enriquecerse, dilapidando todo lo que pasaba por sus manos; para ocupar parcelas de poder que no les corresponden, dejando la separación de poderes y aquél «todos somos iguales ante la ley» en agua de borrajas. Estos sesudos tertulianos no han debido enterarse aún de que el ciudadano, que era el eje central de aquel pacto, ha perdido la confianza en sus representantes, en las instituciones que sustentan la vertebración de nuestra convivencia: los trabajadores no creen en los sindicatos; las cúpulas empresariales son de traca; los partidos políticos se han ganado a pulso el desprecio de sus votantes; la corona ha perdido el crédito de sus súbditos, y la gente no confía en la justicia.
Estos profesionales creadores de opinión no han debido enterarse aún de que el estado social de derecho se perdió por el camino y de él nunca más se supo; no se han enterado de que los mismos señores que hicieron posible la Constitución —o sus sucesores— se han limpiado el culo con aquél pacto.
Si la confianza y la credibilidad se ha perdido, si solo ellos creen ya en aquél consenso constitucional y le han dado la espalda a su pueblo, ¿como se puede decir que otros pretenden la ruptura? ¿como se puede romper algo que ya está roto?
Si alguien pretende venir a romper algo se encontrará con que no queda otra que intentar arreglarlo, aportar algo nuevo o irse, porque ya no queda nada que romper.