Se fue borrando despacio y acompasadamente, pero a cada desdibujo iba tatuando corazones.
Se fue doblando lentamente, que nada tiene que ver con partirse. Flexible y fuerte como un junco, fue inclinándose hasta llegar a ras de tierra con elegancia y reverencia.
Un paso más, un escalón más bajo y el brillo de sus ojos un poco más alto.
Se quebró su voz sin hacer ruido y siguió hablando desde su adentro hasta tu más adentro.
Fue menguando en la misma proporción en que crecía. Se dejó podar hasta el aliento, pero sin dejar nunca de agradecer.
Se rindió a dejarse romper sabiendo quizá que por ahí se escaparía su vida. Más quien vive en la entrega, nunca teme perderla, pues sabe que la gana.
Humanamente, ¡qué cuesta arriba, a veces, acompañar bajando!
Desde el corazón, aunque hoy un poco en cueros ¡qué regalo dejarse llevar por quien ya va volando!
Hasta siempre