Remitido por Rosa Mª de Paz Martínez
Con el inicio de curso se repiten las quejas de los profesionales y de algunas AMPAS de la falta de previsión de las administraciones para tener a punto el personal y medios en los centros públicos.
De la misma forma la administración sale en ruedas de prensa diciendo que todo está a punto, que no falta ni profesorado ni medios.
Desde fuera uno se puede plantear ¿quién tiene razón?, ¿se quejan profesionales y familias sin motivo?. Estoy convencida de que las AMPAS no se mueven por capricho y ningún profesional le agrada quejarse, y menos públicamente, sin razón; no olvidemos que esas quejas son en beneficio del alumnado, verdaderos usuarios del sistema educativo.
Pero he ahí que nos enteramos de una situación, yo diría que esperpéntica, en un centro de Tomelloso, el «Félix Grande». La situación es la siguiente: en este centro falta profesorado el día de comienzo de curso; el AMPA decide tomar una serie de medidas: repartir dípticos con la situación, recoger firmas y -por lo visto lo más grave- colocar una pancarta en la que se pide al consejero que cumpla con su obligación.
Entiendo que en una democracia todo esto sería normal. Un cargo público debe cumplir con su obligación, si no puede, debe dar explicaciones y, en todo caso, aceptar las críticas, ya que éstas van incluídas en su salario. Pero claro, esto en una democracia. Porque ¿que se puede decir de un país en el que por lo expuesto anteriormente al director del centro lo amenazan con un expediente?. Sí, algo tan serio, que a cualquiera le haría tambalearse en su defensa por los derechos de sus alumnos, la situación personal a la que se vería arrastrado sería tan difícil al poner en riesgo no sólo su persona sino la de su familia. Esto lo sabe quien amenaza. Porque en Guadalajara el director de un centro por llevar la camiseta verde le han impuesto varios meses de suspensión de empleo y sueldo.
La situación de indefensión, de falta de derechos, especialmente el de expresión, es lo que me hace poner en duda que vivamos en una auténtica democracia. Viví la dictadura y la transición y por tanto creo saber de qué hablo. ¿Hasta cuándo seguiremos permitiendo que nos roben la democracia conseguida con tanto esfuerzo y sufrimiento de muchos? ¿Cuándo los profesionales de la enseñanza se unirán pra evitar estos desmanes? ¿Es que no hay conciencia de que contra todos es más difícil tomar medidas? ¿Acaso no pensamos que mañana podemos ser quién esté en esa situación? («Vinieron por los judíos, como yo no era judío…»).
La defensa de la democracia debe ser cosa de todos; la sociedad está anestesiada y debe despertar de ese letargo, sino terminaremos lamentándolo todos.