Desde la puerta de la calle hay historia de Tomelloso, ya en el recibidor nos aguardan carteles de bodegas y destilerías de nuestra ciudad, desgraciadamente inexistentes.
—Lo lamentable es que han desaparecido todas las fábricas de licores de Tomelloso y se ha dejado muy poco testimonio de ellas.
José Andrés nos recibe amablemente. Habla ligero, con vehemencia y disfrutando. Conoce la historia de cada objeto del millón de ellos que posee.
—Mirad, esto es de la ferretería de Soubriet, que estaba en el Pasaje de la Iglesia.
El General Aguilera, nos cuenta, amparó al Obrero; como a las Bodegas Peinado les autorizó la República Francesa a que llamasen coñac a su brandy. Nos pasa a una habitación, abarrotada de objetos, botellas de gaseosa, sifones, aparatos del fly, libros mayores, cortadores de fiambre, álbumes de cromos, facturas, calendarios, fotos. Los Paletos, el grupo musical más famoso de Tomelloso. Postales, probetas, pesa mostos, programas, latas de membrillo. Un chocolate llamado “Virgen de las Viñas”, experimental, Triguero y su carretilla:
«Ya que el muchacho se empeña / en que cante una coplilla / bastante trabajo tengo / con llevar la carretilla»
Nos interesa saber el por qué del museo:
—Desde pequeño me gustaba guardarlo todo, álbumes, cosas del colegio, etcétera. Cuando deje la OJE y Educación y Descanso, decidí que el tiempo libre lo iba a dedicar a coleccionar cosas. Empecé con las botellas… aquello fue muy curioso, yo tenía un tío, don Abraham, que era maestro y tenía un revolver pequeñito que decía que tenía que ser para mí. Se muere estando yo en la mili, en Canarias, cuando regresé ya no estaba el revólver, mi tío se lo había dado a un ex alumno suyo, policía secreta. Buscando por allí, en casa de mi tío, abrí un aparador y me encontré un montón de botellas nuevas de las bodegas antiguas de Tomelloso, regalos que le hacían sus alumnos. Me las quedé, y a partir de entonces fue cuando me dio por coleccionar botellas… junto con todo.
Nos pasa a lo que llama «la joya de la corona de Tomelloso, en cuanto a bodegas», una habitación llena, de arriba a abajo, de botellas. Las tiene envueltas en celofán amarillo para conservar las etiquetas y protegerlas del sol, nos explica. Las botellas colocadas por orden alfabético. Hay marcas desconocidas, que denotan un pasado esplendoroso de nuestra ciudad. Nos muestra una botella que corresponde a un embotellado especial que se hizo cuando se construía el pantano, vino añejo, muy fuerte, nos cuenta, los obreros trabajaban mucho, también hacía mucho frío y bebiéndolo se reconfortaban.
Continuamos en otro cuarto lleno de recuerdos. Toda la historia reciente de nuestra ciudad en cien metros cuadrados. Documentos, prospectos, propagandas, el silbato del último jefe de estación. Máquinas de escribir, mecheros de mecha. Una carta de Chicote dándole la enhorabuena a Casajuana por su brandy…
Nos muestra sus “carpetas monográficas”, dedicadas a Lopez Torres, a García Pavón, el Obrero. Abre la de García Pavón, abultadísima, nos enseña los primeros artículos del escritor en el Lanza. Hojea, llega a la reseña de la boda de nuestro insigne paisano.
José Andrés nos confiesa que quiere ceder al Ayuntamiento todo el material atesora para que cuando él falte, ojalá y sea muy tarde, no acabe todo en el vertedero.
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