JURADO
PRESIDENTA
Dña. Mª DOLORES CORONADO GONZÁLEZ
Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Tomelloso
VOCALES
D. JESÚS GARCÍA LORENZO (Urceloy)
Poeta
D. JOSÉ ESTEBAN GONZALO
Poeta
D. FÉLIX GRANDE LARA
Poeta
D. LUIS ALBERTO DE CUENCA PRADO
Poeta
SECRETARIA
Dña. VICTORIA BOLÓS MONTERO
Jefe del Departamento de Servicios Culturales del Ayuntamiento de Tomelloso
Examinados los trabajos presentados, el Jurado por UNANIMIDAD, acuerda conceder el
PREMIO DE POESÍA«José Antonio Torres»,
dotado con 2.000 Euros y Diploma a:
DÑA. PILAR MERINO MARTÍNEZ
de Madrid
por su obra titulada :
«Ratonera»
[divide]
Ratonera
Para Feli
El hombre que pertenece a otra mujer
tiene el halo misterioso de los caballeros
que nunca duermen fuera de casa
porque fornican a la hora de la siesta.
En sus ojos eres la princesa de un cuento
que sostiene el castillo de la pasión o del amor
–al principio ambas cosas son la misma–,
y le convierte en dios, en canalla,
en bestia, en poeta.
Bebes de sus labios
y te tragas de golpe el miedo
a la rutina del corazón,
a las posturas antiguas,
al péndulo que se ahorca en los relojes.
El deseo te llama con su campana de fiesta,
anhelas el roce pirata de su barba,
sus dedos enredados en tu nuca,
el olor dulzón que asoma por su cuello,
pero él está fuera de cobertura,
y tú te pintas los ojos de ceniza.
Renunciarías al resto del mundo
y serías su esclava ahora mismo,
para siempre,
si sólo una vez más una rosa,
una palabra bella,
el tatuaje de sus labios.
Merodeas por su barrio, su bar, su oficina,
para el reencuentro imposible
que te deje las tripas fuera,
y una maleta rota de la que escapen
el himen del adulterio
y la humillación de quien ha perdido la guerra
Las paredes arden de dolor y de rabia
y a ratos no quieres vivir,
y aunque el hombre fiel que te cuida
cierra los postigos al embrujo
de los doce pisos hasta el suelo,
ignora tu cajón secreto de píldoras eternas.
A pesar de todo no te rindes,
capitana de la locura y de la pena,
indagas, olfateas, persigues,
y acabas recuperando el hilo del laberinto,
rata tozuda que prefiere morir mil días
a matar sólo uno al pérfido flautista.
Quieres que siga comiendo en el borde de tus senos,
marcando su tiempo con el ritmo de tus brazaletes,
pero él ha elegido volver a su sofá,
su periódico, su perro.
Regresas una y otra vez al mismo lugar,
al pensamiento, al deseo,
como el agua de lluvia regresa a las nubes
–después de pisoteada y sucia–,
un círculo que se cierra
igual que las compuertas del infierno.
No hay escapatoria
porque tú
eres la ratonera.