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miércoles, 6 noviembre
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Nadie vive la vida entera, por Andrés Cañas

(La vida de la gente, por larga que parezca, hasta el último suspiro no deja de regalarnos algún placer)

A quienes hemos cumplido incluso superado el promedio de vida, según estudios estadísticos recientes hechos en el mundo desarrollado o moderno, ni siquiera la experiencia nos autoriza a asegurar que a los «muy viejos» no nos queda nada por vivir. Siempre es tiempo -creo- para recibir la respuesta que corresponda con algún deseo que a nuestra edad se nos antojara ya inalcanzable.

Con menos de treinta años de edad y ya con un hijo, de acuerdo con mi también joven esposa decidimos trasladarnos, del ambiente rural en que habíamos nacido y criado ambos, a otro lugar urbano e industrializado donde poder encontrar un futuro algo mas halagüeño, no tanto para nosotros, que también, como para nuestro hijo y la hija que vino unos años después. De ahí la inquietud (mas bien diría que obsesión) por escolarizarles a su debido tiempo y no malgastarlo como ocurrió con nosotros en los duros años de post-guerra. Estábamos convencidos de que asistir los niños al colegio era primordial.ProyectoCarrera

Si dijese que resultó sencillo alejarnos tanto de nuestras familias y adaptarnos e integrarnos a una cultura y modo de vida diferente de la que conocíamos, mentiría. Pero puedo asegurar con orgullo, y también con mucho esfuerzo e infinita voluntad, que el propósito inicial de nuestra «aventura» ha ido teniendo su compensación, por cierto, muy positiva.

Pues una de las respuestas mas gratas y a la vez enriquecedoras, entre otras, a lo largo de muchas años, se nos ha dado estos últimos días con la notoriedad que supone la lectura de una tesis doctoral exitosa a cargo de nuestra hija, como colofón al esfuerzo que ha requerido combinar su vida familiar, trabajo y estudios durante unos años.

Y como a los buenos deseos por el bien general y los mejores a los nuestros en particular, no les hemos puesto fecha de caducidad, ni se nos prohíbe mantenerlos en acción, además de al resto del mundo, a nuestros hijos y nietos -insisto, les seguiremos deseando lo mejor de lo mejor. Lo cual significa dar un paso mas para cuando toque, poder morir tranquilos. Que no es poco.

Abrazos, queridos leyentes.

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