Cada vez que se da a conocer lo que «ganan» nuestros gobernantes y políticos en general con el cargo, o cargos, que cada cual desempeña, viendo tan sabrosas cantidades hay gente a la que inevitablemente se le eriza el bello. Se habla de sueldos, complementos y sobresueldos, que en tiempos de crisis económica como la que estamos sufriendo, significa una ofensa brutal a la decencia humana. Y no digamos la irritación que produce la publicación de ese tipo de «bicocas» por varios conceptos como; dietas, «plus de asistencia», «gastos de representación», viajes, comidas, y quién sabe cuántas cosas más. . .
¿No sería más adecuado si dijesen lo que cobra o percibe cada uno de ellos, en vez de decir o que ganan?
Un buen y viejo amigo mío, ejerciendo de gerente en una gran Empresa de cerámica, con una plantilla de varias decenas de empleados, me explicaba que en algunas ocasiones contrató gente que, tras explicarles en qué consistiría su trabajo, antes de firmar el contrato le preguntaban:
—¿Cuanto voy a ganar?
Mi amigo, antes de contestar, se mantenía unos segundos en silencio para decir después:
—Mire usted, ahora no le puedo responder a la pregunta que me hace. Sí puedo decirle que si le inresa el trabajo que le ofrezco, usted cobraría lo que marque la ley. No obstante —añadía— mi intención es que la empresa le pague mucho más de lo que es el sueldo base aunque, para cobrarlo, primero tendrá que demostrar que se lo gana.
Aplicando esa misma filosofía al ámbito político y por tanto público, la cantidad que se paga a tanta gente, las fraudulentas comisiones que cobran los desaprensivos «personajes» que se van conociendo día tras día, y la constante e imparable huída de capitales, sumado todo ello, la cifra sería poco menos que astronómica. Y en un régimen democrático como el nuestro, si la justicia actuara con la imparcialidad, rigor y la diligencia con la que debería de actuar, con buena parte de esos dineros, muchas de las carencias – si no todas – de las que tienen los ciudadanos de a pie, se remediarían.
Por tanto, resulta cuando menos curioso conocer que políticos como por ejemplo la señora Alicia Sánchez Camacho, presidenta del PPC (doy su nombre porque ella misma acaba de hacerlo público) cobran tanto como cobran por ocupar varios cargos al mismo tiempo y todos graciosamente remunerados. La cantidad exacta no la recuerdo. Pero creo que euro arriba o euro abajo es 15 ó 20 veces mayor de lo que cobra de media la gran mayoría de asalariados de nuestro país. Y lo que resulta más feo aun es, que ésta señora declara todo lo que «gana» cuando la ministra de empleo, confabulada con el gobernador del BCE, acaba de insultar a los millones de desempleados (creo que a toda la sociedad) diciendo que «para salir de la crisis, quienes encuentre trabajo habrá de aceptarlo por un sueldo inferior al salario mínimo establecido”.
¡Qué morro, PD!