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domingo, 22 diciembre
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Viejos y enfermos por Andrés Cañas

Llevamos un poco tiempo que se habla en Cataluña de política -creo que como en el resto de España- con más insistencia de lo razonable. Por un lado se cuestiona si independencia «SÍ» o independencia «NO» aunque sin excesivo entusiasmo, esa es la verdad. Y por otro -aquí si se hace hincapié- se habla de los negativos efectos que la política de recortes presupuestarios está teniendo en los sectores más débiles de la sociedad.  En este caso es evidente la indignación de los ciudadanos al ver que los jubilados, pensionistas, muchos de éstos ancianos y enfermos han sido los primeros en pagar un euro por receta médica.  Y ahora el «copago» que tan descaradamente se ha sacado de la manga este gobierno, ignorando que cada vez hay mas gente que ese euro lo necesita para matar el hambre.  Como dato con que intento formular mi propio malestar he aquí lo que sigue.Viejos y enfermos por Andrés Cañas

Soy jubilado y «paciente crónico»  con una mala salud de hierro —según mi médico— y consumo tres medicamentos a dosis diarias y de manera habitual.  Ayer mismo, al retirarlos de la farmacia, pido que figure en el tique de pago el precio de cada uno de ellos y sumados entre sí dan un total de 6´43 euros.  Como el copago es del 10%, me cobran 0´64 euros más 3´00 por ser tres recetas y abono 3´64 de mi bolsillo.  Con lo que he pagado más del 50% de su valor.

Puede parecer poco, sí.  Pero con tres euros y pico hay familias que tendrían para comprar el pan de una semana.  No es mi caso, afortunadamente, aunque  si después de haber contribuido (cotizado a la Seguridad Social) casi cuarenta años de mi vida laboral activa, a mi edad, el gobierno me obliga a pagar lo que creía tener pagado, me pregunto; ¿Pero qué broma es ésta?….

La semana pasada, en uno de los periódicos más leídos de nuestro país, viene un artículo que habla sobre esto mismo y me permito anotar el último párrafo que dice: «El copago, repago o re-copago, compone el conjunto de timos incendiarios que acompañan a la gran traca sanitaria.  Con lo cual la vida pasa a ser un privilegio que  solo puede ser adquirido con dinero«.

Lo que no acabaré de entender (y no creo ser único) es cómo habiendo tanta ruina integral y tan mermado el nivel de escrúpulos de algunos de nuestros gobernantes y altos cargos directivos de las financieras, entre los sufridos ciudadanos que apechugan aunque con hastío con el pago de sus impuestos, todavía haya quién avale con su voto a los mentores del sucio e ingrato capitalismo.

Acepto ser torpe, lo confieso. De ahí que se me haga tan difícil entenderlo, la verdad.

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