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sábado, 9 noviembre
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“La verticalidad de estas llanuras” por Inés M. Losa Lara

En Tomelloso el equinoccio de otoño se adelanta casi un mes, el 30 de agosto marca el cambio de estación del verano al otoño. Después ya olerá a vendimia y a faena y sol, aunque pique, será ya sol de septiembre, del membrillo.

Esa tarde noche, penúltima de agosto, el sol no es que equidiste de los polos, es que se viste de gala para ponerse con su mayor esplendor sobre La Mancha, es la noche de La Fiesta de las Letras: cénit de nuestras artes y nuestras letras, nombre y renombre con el que Tomelloso se ha hecho un hueco importante entre los certámenes literarios optando por lo que nos hace hombres y mujeres de calado: la profundidad, el cultivo del arte y la literatura como la mejor vid que da nuestra tierra.

Fiesta de las Letras que año a año se supera, reconozco que consigue emocionarme y me hace sentir muy orgullosa de mi tierra y de mis gentes. Merece la pena derrochar talento esa tarde, en esta LXII edición condujo con maestría el certamen el joven periodista de Tomelloso José Manuel Sampedro, poniendo el broche de oro Pilar Cernuda, quien desde la sencillez supo ensalzar a nuestros artistas, a nuestra tierra y nos embaucó en la importante tarea de defender la riqueza de nuestro idioma, el castellano.

 —Gracias por apostar por la diferencia

Así agradecía uno de los premiados del certamen artístico el pasado jueves, gracias a Tomelloso por apostar por la diferencia, por destinar en estos tiempos aciagos presupuesto a la cultura  y al talento.

Tomelloso es así, diferente, su llanura es infinita como infinitos son sus hijos ilustres que desde las diferentes manifestaciones artísticas y literarias han inundado de belleza nuestro mar de viñas.

Me paro un poquito en Juan Torres Grueso, del que este año se han cumplido cien de su nacimiento, y que además contribuyó junto con Francisco García Pavón y Eladio Cabañero, a impulsar y promocionar la Fiesta de las Letras, uno de cuyos premios, el de artículo periodístico, lleva su nombre desde 1997.

Agricultor de origen y profesión, Juan Torres Grueso era un entusiasmado de la lectura, autodidacta, poeta, periodista, fué alcalde de los suyos e hijo de su Virgen de las Viñas. Él reconoce en uno de sus artículos que le hubiera encantado ser impresor o cartero. Juan Torres Grueso se me revela poeta del periodismo, hombre de fe y comprometido con su pueblo.

Si Francisco Carretero pintó como nadie la llanura manchega, Juan Torres Grueso supo hacerla palabra:

“La verticalidad de estas llanuras lamen el cielo, lo aguantan, lo sostienen, lo acarician. Acabo de hacer una afirmación que no comprendo exactamente. Pero la hago. Lo que mi pobre juicio no pueda explicar bien, lo sienten mis manos y mis ojos”

Inma Delgado Fotografía New Born

Yo no me atrevo ni a comentarle una coma… vuelvo a leerlo, si acaso, y me quedo un rato contemplando

“la verticalidad de estas llanuras lamen el cielo, lo aguantan, lo sostienen, lo acarician…”

Los girasoles - Francisco Carretero

Al pintor Francisco Carretero, Juan Torres Grueso le definió como  “pintor, político y hombre de bien”. La casualidad o las cosas de los genios,  hacen que este 2012 también se cumplan años, cincuenta, que nos dejara el ilustre pintor y también alcalde de Tomelloso. Al año de su fallecimiento Juan Torres, le dedicaría estas palabras:

«quiso llevar a los lienzos su inquietud juvenil embadurnada de asombrosa ingenuidad, dejando en el paisaje su propio paisaje humanista como figura de excepción (…) 

Carretero y su obra, Tomelloso y la Mancha tienen ya un pintor muerto que sigue viviendo. Y del río oscuro de la vida, perdida y encontrada en los caminos de muchos atardeceres manchegos, saldrá gente sencilla, humilde y nostálgica que exclamará gozosa: ¡Mira! Como los cuadros de Carretero. Y será como un sentimiento que invita a la oración mientras la belleza de la tarde se quiere acostar y el sol se pone sobre el rio…”

La  obra de Torres Grueso es para leer y releer y volver atrás y pararse un rato. A Torres Grueso no se le llega con prisas, sino con el reposo de una tarde concluida la faena.

Me gusta que las ramas de los árboles

me digan y me cuenten

las primeras raíces de sus padres.

Me gusta decir a las estrellas

que me escuchen.

Pedirle al tiempo que pare,

al mundo, que no grite.

A los hombres, que aguanten sus espaldas.

Y a los niños, que anden

(Juan Torres Grueso “Mis gustos”)

Romería de Pinilla (Francisco Carretero)
Romería de Pinilla (Francisco Carretero)

 

 

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