Cada año, el 1 de noviembre, familias de toda España, y particularmente de Tomelloso, acuden al cementerio para rendir homenaje a sus seres queridos fallecidos. Lo hacen desde la serenidad y el recogimiento, en un acto íntimo que forma parte del calendario emocional de muchas casas. Es el Día de Todos los Santos, una de las fechas más arraigadas en la tradición popular, que sigue viva generación tras generación.
En paralelo, del otro lado del Atlántico, países como México celebran entre el 1 y el 2 de noviembre el conocido Día de los Muertos, una festividad que, aunque comparte el objetivo de honrar a los difuntos, lo hace de una manera completamente distinta: con altares, flores de cempasúchil, velas, calaveras de azúcar y una visión festiva de la muerte que contrasta con el tono más sobrio de la tradición castellana.
En Tomelloso, flores, silencio… y una nueva forma de recordar de manera colectiva
En Tomelloso, como en muchas localidades de Castilla-La Mancha, las semanas previas al 1 de noviembre se convierten en una cuenta atrás discreta pero constante. Las visitas al cementerio se intensifican, con familias que limpian, pintan, adecentan y decoran las lápidas. Se reponen flores, se arreglan desperfectos y se cuidan los detalles. No hay rituales complejos, pero sí gestos cargados de sentido.
La tradición se mantiene viva, sin necesidad de artificios. Se trata de una jornada donde el recuerdo se expresa a través del silencio, la presencia y el respeto, y donde el cementerio se convierte en lugar de encuentro familiar y de memoria compartida.
Este año, además, Tomelloso mantiene una iniciativa que añade una dimensión cultural a estas fechas: el programa “Paseos por el cementerio”, que ha regresado con una visita teatralizada inspirada en los personajes de Plinio y don Lotario, creados por Francisco García Pavón. A través de esta representación, se ha ofrecido una mirada distinta al camposanto, conjugando la literatura, la historia local y el respeto por el espacio funerario.
La actividad, organizada por el Ayuntamiento y dirigida por Antonio León, contará con la participación de actores locales que guiarán al público por distintos rincones del cementerio, recordando figuras y relatos de Tomelloso. Una forma diferente de acercarse al pasado y de poner en valor el patrimonio funerario y cultural de la localidad.
Las entradas se pusieron a la venta el miércoles 22 de octubre, tanto en la Posada de los Portales como en la plataforma Giglón, al precio de 10 euros.
Los pases serán:
– Sábado 1 de noviembre: 18:00 h (visita nocturna)
– Domingo 2 de noviembre: 12:00 h y 16:00 h
En México, la muerte se celebra
En México, la celebración del Día de Muertos presenta una concepción distinta de la muerte y el duelo. La cultura popular ha sabido mantener vivos los elementos indígenas y religiosos, fusionándolos en una tradición que se ha convertido en un emblema del país. El altar de muertos, montado en casas, escuelas o espacios públicos, es el centro de la celebración.
Allí se colocan retratos de los fallecidos, velas, flores, comida, bebidas, objetos personales y mensajes. No es un acto para llorar, sino para recibir simbólicamente a los difuntos, recordarlos con alegría y reafirmar su presencia en la vida de los vivos. La música, el colorido, los desfiles y la estética característica de las calaveras forman parte de este imaginario colectivo.
Se trata de una festividad más extensa, que abarca los días 1 (para recordar a los niños fallecidos) y 2 de noviembre (para los adultos), con un fuerte componente comunitario y público, reconocido incluso por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Dos formas distintas, un mismo sentimiento
Aunque las formas cambian, ambas celebraciones tienen un denominador común: el recuerdo a los que ya no están. En Tomelloso, ese recuerdo se materializa en gestos discretos pero constantes: limpiar una lápida, dejar unas flores, volver al cementerio año tras año. En Latinoamérica, se hace a través del color, la música y los altares. En ambos casos, el fondo es el mismo: no olvidar.
Frente a nuevas influencias que ganan terreno en estas fechas, como Halloween, la tradición de Todos los Santos se mantiene firme en Castilla-La Mancha, especialmente en entornos rurales donde el valor de lo heredado y el respeto a los difuntos sigue marcando el calendario emocional de las familias.

















