La doctora en Psicología Elena Benito Lara ha vuelto a los estudios de enTomelloso para abordar un tema tan común como preocupante: la adicción al alcohol. En un contexto en el que el consumo está ampliamente normalizado, especialmente en celebraciones como las Navidades, la psicóloga subraya la importancia de diferenciar entre un consumo responsable y una dependencia. “Una adicción es cuando necesito una sustancia y el deseo de consumirla es mayor que las consecuencias negativas que me provoca”.
Inicio precoz y contexto permisivo
Los últimos datos, señala Benito, son “alarmantes”: en España, la edad media de inicio en el consumo de alcohol se sitúa en los 13,9 años, según cifras de 2025. “El 70% de los jóvenes entre 14 y 20 años consume alcohol con frecuencia, tanto chicos como chicas. Y los porcentajes se mantienen altos hasta los 30 años”, ha explicado.
Uno de los factores que más influye, según la psicóloga, es el entorno cultural: “En nuestro país el consumo está normalizado. En eventos, en cenas, en fiestas… lo vemos como algo social, no como un riesgo”. Esta percepción lleva a muchos adolescentes a iniciarse en el consumo por presión de grupo o para integrarse. “Cuando un joven no bebe, se le considera el raro. Eso es un problema”, ha advertido.
La adicción no siempre es diaria
Elena Benito ha recordado que la adicción no implica necesariamente un consumo diario: “También hay adicción si necesito beber para divertirme, para hablar con otras personas, para atreverme a hacer cosas. En ese momento ya no soy yo mismo, sino alguien que depende de una sustancia para funcionar socialmente”.
En este sentido, ha advertido sobre una falsa idea muy extendida: “Mucha gente dice: solo bebo los fines de semana. Pero si sin ese consumo no sabes disfrutar o relacionarte, hay una dependencia”.
Consecuencias físicas, emocionales y sociales
Las repercusiones del abuso de alcohol son múltiples. A nivel físico, afecta directamente al sistema nervioso, y a nivel psicológico, genera irritabilidad, ansiedad y cambios de humor. “Y no solo afecta a quien lo consume, también a su entorno más cercano. Las familias viven en tensión constante”, ha subrayado Benito.
Además, en edades tempranas puede derivar en bajo rendimiento académico, aislamiento, pérdida de atención o cambios de comportamiento. En adultos, las consecuencias se agravan con problemas laborales, de pareja o familiares.
Pedir ayuda y aprender a disfrutar sin alcohol
Salir de una adicción no es sencillo, pero es posible. “Lo primero es que la persona reconozca que tiene un problema. Si no lo acepta, no lo va a solucionar”, afirma. En las consultas, se trabaja tanto a nivel individual como con las familias: “La familia aporta mucha información y puede ser un gran apoyo, pero el verdadero cambio lo hace la persona afectada”.
Con vistas a las fiestas navideñas, Elena Benito lanza un mensaje claro: “No se trata de prohibir el alcohol, sino de aprender a usarlo con conciencia. Si sales, disfruta, pero siendo tú mismo. Una copa se puede saborear, pero si necesitas varias para estar bien, hay algo detrás que debes revisar”.
Por ello, recomienda estar atentos a las señales, evitar la normalización del consumo excesivo y apostar por una educación preventiva desde la adolescencia: “No podemos delegar esta responsabilidad. La información, la reflexión y el entorno son claves para evitar una adicción que, en muchos casos, comienza sin que nadie lo perciba”.






