Sábado 16 de agosto, 42 grados a la sombra y una idea en el aire: celebrar los 40 años de historia de La Terraza. ¿Quién en Tomelloso no ha bailado, reído o incluso llorado alguna vez entre sus muros? Aunque cerrase su puertas el año pasado, este fin de semana quedó claro que hay lugares que nunca se van del todo. Vuelven. Aunque sea por una noche. Y vaya noche.
Tomelloso se concentró en los Jardines del Parque para rendir homenaje a lo que fue —y es— mucho más que una discoteca. Porque, como dijo Pepe Quiñones, su promotor e incansable defensor: “Fue un verdadero placer reencontrarnos con tantas caras conocidas y compartir momentos con amigos que han sido parte integral de nuestra historia”. A su lado, Antonio Secadura, gerente de Duende, ayudó a levantar esta segunda edición de “La Terraza Ayer y Hoy”, que, como la primera, fue un éxito rotundo. De esos que se cuentan al día siguiente con la voz rota, o se suben a Instagram con nostalgia bien filtrada.
Varias generaciones, un mismo ritmo
El cartel era un homenaje en sí mismo. La primera parte de la noche estuvo en manos de los veteranos, los que hicieron bailar a todo Tomelloso en los 90 y 2000. Kike’s / Tom-Pak Moment reunió a los DJs Alberto Barrera, Chema Gigante, Chino, Emilio Cano, Emilio González, Jesús Coronado, Kanu y Miguel Brox. “Volver a pinchar aquí es como volver a casa”, soltó uno de ellos entre tema y tema. Y el público, muchos de ellos con canas o con poco pelo y recuerdos a flor de piel, lo vivió como tal.
Después, los más jóvenes tomaron el relevo con La Terraza Session, liderada por Alberto Márquez, Christian Morales, Jesús Novillo, Manu Mangas, Mike Schwarz, Roberto Castellanos y Víctor Caro. Ritmos más actuales, pero con el mismo objetivo: que nadie se quedara quieto.
Gente sana, abanico en mano
El calor fue tema de conversación inevitable. A las 18:30 arrancaba el evento con unos brutales 42 grados. Pero si algo sabe hacer la gente de Tomelloso es sobrevivir. Abanico en mano, y con litros de agua y cerveza fluyendo, aguantaron hasta que el sol se fue y quedó la música. “Ambiente sano, alegre y sin ningún mal rollo”, resumía un asistente. Nada más acertado.
Porque sí, allí estaban todos. Gente de 20, 30, 50 y hasta 70 años. “Por La Terraza han pasado abuelos, padres e hijos. Esta noche están todos aquí”, decía un emocionado Pepe Quiñones. Y tenía razón: pocas veces se ve una fiesta tan intergeneracional, tan unánime. No fue una noche cualquiera. Fue un homenaje silencioso a un lugar que marcó muchas vidas.
La Terraza nunca cerró del todo
El evento fue un recordatorio —también para los que mandan— de que Tomelloso quiere este tipo de cosas. Que hay hambre de cultura, de música, de reunirse sin tener que irse a otras ciudades. “Gracias por hacer de este encuentro un evento tan especial, donde diferentes generaciones de clientes y amigos se reunieron en un ambiente de fiesta y alegría”, expresó emocionado Pepe Quiñones, quien también quiso reconocer públicamente el trabajo de quienes le han acompañado en esta aventura: “Estoy profundamente orgulloso de mi equipo y de todos aquellos que han sido parte de esta gran familia”. Este es sin duda alguna, un espaldarazo al trabajo de muchos años.
¿Y el futuro? Él lo tiene claro: “Si Dios quiere, el año que viene haremos la tercera edición”. Porque mientras haya música, memoria y ganas de bailar, La Terraza sigue viva. Porque como decía el mítico eslogan de la sala: “Gente sana y pim pan”. Y eso fue exactamente lo que pasó el sábado. Pim. Pan. Tomelloso.













