A pesar de su antigüedad, estas bicis, que se pueden denominar como de paseo, son cómodas y duraderas, y soportan muy bien el paso del tiempo, porque se hicieron para eso, para aguantar muchos kilómetros y miles de recados.
Y es que estas bicis, las suele montar la gente mayor por su comodidad para subir en ellas, y son ideales para hacer «mandados» ya que, con su portaequipajes, aguantan el peso de bolsas de la compra u otros menesteres.
Pasarán los años, y con un mínimo cuidado, estas bicicletas seguirán útiles, les veo más peligro de desaparición por la vergüenza de la gente joven de subir en ellas, que por averías insalvables. Puede ser también que, con la madurez y la pérdida de algunos reflejos, veamos lo cómodas y fiables que son, y sigamos viéndolas a diario por Tomelloso.
Aunque también hay otro motivo para suponer una desaparición, y es que en este mundo de capitalismo extremo en el que vivimos la frase de S. S. Wilson se haga real, más de lo que ya es: «Dado que la bicicleta demanda poco de recursos materiales y energéticos, contribuye poco a la contaminación y a las causas de muerte o lesiones, hace una contribución positiva a la salud y puede ser considerada como la más benévola de las máquinas». Con el tiempo lo veremos.