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viernes, 22 noviembre
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9 lugares para zambullirse en el mar de viñas de La Mancha

Qué mejor plan para empaparse de primavera que zambullirse en un mar cálido bajo el agradable sol manchego de estas fechas. La Ruta del Vino de la Mancha nos sumerge en el mayor viñedo del mundo llevándonos a disfrutar no solo de sus excelentes vinos de referencia mundial, también de una tierra de romanos, molinos, quijotes y caballeros, que huele a gachas, migas y queso, pero también a azafrán a alfarería, cuna de no pocos artistas. Hoy nos adentramos en este bucólico destino cercano en nueve paradas básicas

La primavera es un momento excepcional para acercarse a conocer el mayor viñedo del mundo. La Ruta del Vino de La Mancha, formada por nueve municipios que abrigan esta llanura vitivinícola (Campo de Criptana, Villarrobledo, Alcázar de San Juan, Socuéllamos, Tomelloso, El Toboso, Argamasilla de Alba, La Solana y, su última incorporación, Pedro Muñoz), te invita a darte el primer baño de la temporada entre tradición, historia y viñas, cuya Denominación de Origen puede presumir de ser de las primeras en ser reconocidas oficialmente.

Una oportunidad única para saborear de primera mano los vinos que bañan esta tierra de hidalgos, artistas, castillos y humedales y, al mismo tiempo, dejarse llevar por los siglos de historia que te cautivarán a cada paso. La Ruta del Vino de La Mancha te marca el camino. ¿A qué esperas para venir?

Alcázar de San Juan: centro de interpretación del vino DO La Mancha

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Museo del Hidalgo

Nuestro punto de partida es Alcázar de San Juan, en pleno corazón de La Mancha. Esta ciudad esconde andanzas de Don Quijote en muchas de sus esquinas. En su Casa Museo del Hidalgo podrás conocer cómo vivían estos caballeros, un plan perfecto si viajas con niños, pues las aventuras de los héroes de la época captarán la atención de los más pequeños.

Ya por sus calles estrechas de piedras romanas y moriscas, Alcázar de San Juan (Ciudad Real) esconde tesoros de su época de esplendor en el siglo XVI, como el convento de San Francisco o la Real Fábrica de Pólvora, que fue una de las más importantes de la Península. Paseando por su alcazaba árabe (Torreón del Gran Prior, el Cubillo…) o sus yacimientos arqueológicos romanos confirmarás la importancia de este lugar, que se alzó entre murallas y torres en mitad de La Mancha.

Ya por aquel entonces, el vino estaba en la dieta de sus gentes, así que tomarse una copa o darse un homenaje gastronómico en cualquiera de los rincones de esta ciudad es casi obligatorio.

En Alcázar de San Juan merece una detenida visita el Centro de Interpretación del vino en la sede del Consejo Regulador de la DO de La Mancha. Su propuesta interactiva te acercará a este motor de la economía manchega a través del olfato, la vista y el sabor. Recuerda reservar en tu viaje una ‘experiencia’ en cualquiera de las bodegas de la zona, pues saldrás con ganas de poner en práctica todo lo aprendido. En toda la Ruta del Vino de La Mancha hay una amplia oferta de catas y degustaciones para todos los gustos y bolsillos.

Antes de continuar tu camino, no olvides subir al Cerro de San Antón. Los cuatro molinos de viento que vigilan la ciudad desde allí (dos se pueden visitar durante el fin de semana) no te dejarán indiferente. Una foto con ellos y las vistas de la llanura manchega desde lo alto serán la mejor despedida.

Campo de Criptana: Tierra de Gigantes

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Molino en Campo de Criptana

La segunda parada de nuestra ruta es Campo de Criptana, conocida como ‘Tierra de Gigantes’ por sus molinos de viento. Declarados Bien de Interés Cultural son una visita ineludible si te acercas hasta este municipio manchego, escenario de una de las batallas literarias más famosas: la de Don Quijote contra los gigantes, que no eran otra cosa que molinos girando sus aspas.

De la treintena que llegó a haber quedan solo una decena, entre los cuales destacan Sardinero, Burleta e Infante, que se conservan tal y como eran en el siglo XVI. Si puedes, no dejes de presenciar una molienda tradicional en cualquiera de ellos (primer domingo de cada mes). La experiencia merece la pena.

Para los más madrugadores, Campo de Criptana (Ciudad Real) reserva una luz especial a primera hora de la mañana. Su descenso desde el Cerro de la Paz por las finas calles de su encantador Barrio del Albaicín son pura inspiración con el suave bullicio del despertar de sus gentes. Escudos de nobleza y casas cueva se muestran en cada esquina como huella imborrable de un pasado que aún hoy se mantiene vivo.

Si tienes la suerte de estar aquí entre el 22 de abril y el 1 de mayo, conocerás Campo de Criptana tal y como lo hizo Don Quijote de La Mancha, ya que la ciudad regresa al Siglo de Oro en su ‘Semana Cervantina’. Entre otras citas, el 23 y 24 de abril se celebran los ‘Sabores del Quijote’, donde se podrán degustar los platos de la novela, el día 29 se llevará a cabo el acto de nombramiento de Hidalgos y Molineras en el Teatro Cervantes y los días 24 de abril y 1 de mayo habrá una molienda especial, uno de los grandes atractivos para los visitantes.

El Toboso: La Patria de Dulcinea

Si Don Quijote escogió a este pueblo como origen de su amada e imaginaria Dulcinea, algún motivo habrá escondido. Acercarse a la única parada que la Ruta del Vino de La Mancha tiene en Toledo te ayudará a entender el porqué. Aquí debes dejarte impresionar por las fachadas nobles en las que los escudos coronan una arquitectura del siglo XVI, conservada para ser buen reflejo de su grandeza.

Como pueblo más nombrado de El Quijote, El Toboso reserva también los últimos días de abril para celebrar sus Jornadas Cervantinas y conmemorar así la muerte de Miguel de Cervantes.

Su Museo Cervantino le rinde homenaje todo el año con su exposición de ediciones de la obra en más de 70 lenguas. Una excusa perfecta para seguir explorando La Mancha y ser testigo del desarrollo constante de su enoturismo.

Tomelloso: la Atenas de La Mancha

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Siguiendo nuestro camino por Ciudad Real, llegamos a Tomelloso. ‘La Atenas de La Mancha’ es cuna de ilustres pintores y escritores y legado de una extensísima tradición ligada al vino, pues esta ciudad dinámica y emprendedora, desde sus orígenes, esconde en sus cimientos 4.000 cuevas construidas para almacenar vino en las que aún hoy se conservan tinajas con capacidad para albergar hasta 6.000 litros. Imperdonable saltarse este punto de la ruta, pues además son de acceso gratuito.

Las chimeneas de las antiguas alcoholeras definen el ‘skyline’ de la ciudad y con ellas presume Tomelloso de ser el primer productor de alcohol vínico del mundo. Te toparás con alguna de camino al Museo del Carro, un centro etnográfico que ensalza la larga tradición de elaborar vino que hay en esta tierra y en el que podrás ver un ‘bombo’, construcción rural que servía de refugio a pastores que se levantó con más de 2.000.000 de piedras.

Si finales de abril te pilla de paso, te recomendamos que te quedes a la Romería de la Virgen de las Viñas, patrona de Tomelloso, entre el 22 y el 24 de abril. Tendrás la oportunidad de admirar la belleza de las reatas enjaezadas, un verdadero homenaje a la labranza y a los animales que desde hace siglos ayudan a sacar el mayor provecho de esta tierra tan fértil.

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Chimenea de Fábregas, en Tomelloso

Socuéllamos: el mayor viñedo

Buen ejemplo de fertilidad es nuestra siguiente parada en la Ruta del Vino de La Mancha, porque decir Socuéllamos es hablar de vino. Este municipio de Ciudad Real cuenta con la mayor superficie de viñedo en pie de Europa y es por ello que, durante todo el año, ofrece actividades en su Museo Torre del Vino en torno a esta cultura tan arraigada, pensadas para todo tipo de públicos, incluidos los más pequeños.

Ubicado en la antigua estación de ferrocarril, acoge el programa de divulgación y formación de la cultura del vino Manchavino, destinado al sector empresarial, si bien también acerca esta tradición a niños y mayores. Para los amantes del vino es una visita obligada en la que disfrutar de catas, talleres e incluso acompañar a los más pequeños en actividades plásticas que le acercarán a la cultura vitivinícola.

Su Plaza de la Constitución es el escenario perfecto para dar buena cuenta de los vinos que sacian la sed de sus gentes desde hace siglos y que han sabido ir adaptándose a los tiempos modernos con dedicación y esmero.

No dejes para otra ocasión el paseo por sus veredas, pues entre viñas encontrarás los chozos, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura popular en piedra seca, o incluso los restos de un puente romano. Socuéllamos es historia y vino en todos sus rincones.

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Torre del Vino en Socuéllamos

Villarrobledo: referente mundial en producción de vino

Y para seguir brindando llegamos a nuestra siguiente parada. Con más de 30.000 hectáreas de viñedo es uno de los principales productores de vino y uva del mundo, es decir, que pisar Villarrobledo es pisar tierra fértil, es pisar riqueza.

Su plaza está declarada Conjunto Histórico Artístico con la Iglesia Parroquial de San Blas y la Casa Consistorial, así que no pierdas la ocasión de sentarte a tomar cualquiera de sus vinos de la tierra mientras admiras su belleza.

Pistos, sopas, migas, queso, potajes… cualquiera de las recetas de la cocina manchega te dará fuerzas para recorrer la localidad. Una visita al Centro de Interpretación de la Alfarería Tinajera se hace imprescindible en este viaje para comprender los cuatro siglos de desarrollo de esta actividad que han hecho de Villarrobledo un referente mundial en este arte ancestral.

Pero este municipio albaceteño no solo es referente en la tinajería. Desde hace 25 años acoge uno de los mejores festivales de música del país, el Festival Viña Rock que, tras dos años de parón, volverá a reunir en Villarrobledo lo mejor del rock, el rap y el ska del 28 al 30 abril.

Argamasilla de Alba: el Lugar de la Mancha

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Cueva de Medrano en Argamasilla de Alba

Y de Albacete te proponemos volver a Ciudad Real. En la parte más llana de la meseta manchega nos encontramos con “el lugar de La Mancha” de cuyo nombre no quiere acordarse Miguel de Cervantes. El motivo no es otro que el hecho de que Argamasilla de Alba fue, según cuenta la leyenda, cárcel del escritor más famoso de nuestra literatura; más concretamente, se dice que estuvo prisionero en la Cueva de Medrano (tienes acceso libre con visita guiada), donde encontró inspiración para comenzar a escribir las andaduras del ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha.

La mejor manera de disfrutar del pasado y el presente de esta tierra, que desde hace siglos cobija a viajeros, es catando sus vinos de paladar intenso y maridarlos con los guisos de caza que tanta popularidad dan a la Ruta del Vino de La Mancha. Un deleite para el paladar que hará que siempre recuerdes Argamasilla.

Antes de continuar tu camino, no puedes dejar de visitar el Castillo de Peñarroya, entrada al Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Esta fortaleza originariamente musulmana, que se levanta sobre el rio Guadiana, es refugio de la patrona de Argamasilla de Alba. El último domingo de abril se celebra allí la Romería de la Virgen de Peñarroya, también patrona de La Solana.

La Solana: vino y azafrán

Y hasta este municipio manchego llegamos en nuestra ruta. La Solana sabe a vino y a especia, pues sus tierras son madre de viñas y de los pistilos más codiciados para la gastronomía mundial: el azafrán. Su Museo La Rosa del Azafrán es un espacio ideal en el que comprender la importancia de esta flor en el desarrollo de la localidad (los lunes y las tardes del fin de semana está cerrado).

Con siglos de historia a sus espaldas, la llamada ‘Barcelona de La Mancha’ exporta su carácter agrícola en sus hoces y su esencia vitivinícola en sus botas, productos artesanales que debes conocer si amas la cultura del vino y sus costumbres. No hay motivo para hacer parada aquí y no comprar una bota; sin duda un buen recuerdo de La Solana y la excusa perfecta para hacerse con unas cuantas botellas de vino de la zona y estrenarla.

Pedro Muñoz: Villa y Corte del Mayo Manchego

La última parada de la Ruta del Vino de La Mancha tiene sangre visigoda, musulmana y romana corriendo por las venas de sus calles y vecinos. Con un firme compromiso de abrir al turista este vasto territorio con Denominación de Origen e ineludible sabor a uva, Pedro Muñoz (Ciudad Real) nos muestra la nobleza de su Historia a través de los palacios y casas solariegas que se levantan en rincones y plazas. Clases acomodadas que ayudaron a impulsar el desarrollo de una industria que aún hoy atrae a los amantes de los mejores vinos del mundo.

Huella de esas raíces vitivinícolas son las bodegas, chimeneas y molinos, máximo exponente de la arquitectura industrial de este municipio que, en la madrugada de abril a mayo, celebra la Fiesta del Mayo manchego, la celebración más antigua de Castilla La Mancha, considerada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Los hombres salen en la noche a rondar a la Virgen y a las mujeres en un espectáculo tradicional que reúne lo mejor de las costumbres y la gastronomía. El broche de oro perfecto para una primavera en la Ruta del Vino de La Mancha.

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