Bomberos del Parque de Alcázar de San Juan tuvieron que realizar este martes un rescate de altura para poder salvar un polluelo que había quedado atrapado por una pata en su propio nido, en lo alto del chimeneón de las antiguas alcoholeras del camino del río Cigüela, en la localidad manchega. “Estaba enredado en una de las cuerdas que las cigüeñas llevan al nido, entre otras malezas para hacerlo más mullido para sus crías, por lo que la situación era de riesgo para su vida”, explica el jefe de Unidad del Parque de Alcázar, Francisco Rojas.
El rescate fue un éxito y se realizó en colaboración con la UCLM y el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre El Chaparrillo, que solicita todos los años por estas fechas la colaboración de los profesionales de Emergencia Ciudad Real para revisar y rescatar de los nidos más elevados las especies que puedan estar en peligro, una vez han comprobado con drones la situación de los mismos. “Se observó en altura que en el nido de esta chimenea el polluelo estaba sufriendo porque no podía moverse y podía tener la pata rota, por lo que había que actuar. En este caso, la operación se alargó dos horas y media entre el rescate y la revisión de otros tres nidos en los que no se encontraron incidencias”, indicó Rojas, que destacó además que la utilización previa de drones ha mejorado y agilizado sobremanera estas tareas.
Al lugar, donde hay bastantes nidos en las torretas y las chimeneas, se desplegó un dispositivo compuesto por un vehículo contra incendios y un brazo articulado por el que ascendió un bombero y personal de El Chaparrillo para salvar al polluelo, que fue puesto en libertad tras un estudio in situ mediante el que se comprobó que estaba en perfecto estado.
Socorrer a la fauna urbana y silvestre que esté en situación de emergencia o riesgo en los términos municipales es una de las atribuciones especiales que los bomberos del SCIS realizan. Francisco Rojas es bombero desde hace 34 años, “por vocación y amor a este profesión desde niño”, los mismos que está trabajando en el Parque de Alcázar y asegura que este tipo de rescates suponen una gran satisfacción. “Lo hacemos gustosamente, porque cuando todo sale bien y se recuperan lo vivimos de manera muy especial, de la misma manera que a la inversa nos da mucha pena”, como hace un par de años cuando a uno de los polluelos que rescataron hubo que amputarle una de las patas. “Días después del rescate y si ha tenido que ser trasladado llamamos al centro para ver cómo están, esperando siempre la mejor noticia”, subraya.