El pasado 15 de junio se cumplió un año desde que tomé posesión como alcalde de Mora y el día 19 un año desde mi toma de posesión como diputado autonómico. Estos dos acontecimientos son muy importantes, dos fechas que significan mucho para mí, porque suponen conseguir de nuevo la confianza de mis vecinos y el haberme ganado la confianza de mi presidente, Paco Núñez.
Son dos fechas que recordaré siempre con alegría contenida, ya que ambas cargan sobre mis hombros la enorme responsabilidad de ser capaz de desempeñar mi labor de servidor público buscando mejorar el bienestar de los morachos y de todos los castellano-manchegos, un reto que asumí hace un año con determinación y ganas de devolver la confianza recibida, demostrando que puedo estar a la altura de las expectativas creadas en mis vecinos y en el presidente de mi partido.
Esta circunstancia, la de la responsabilidad asumida, me ha hecho repasar todo lo logrado durante este último año, revisar las cosas que aún hay pendientes de realizar a corto plazo, así como la reorganización de todos los planes y objetivos marcados para el resto de la actual legislatura, que, como a todos, esta pandemia me ha condicionado o va a condicionar.
Todo ello me ha llevado a reflexionar como alcalde sobre la situación actual en mi pueblo y, he de reconocer que ha sido un año muy duro y difícil, pero a la vez tengo una sensación de satisfacción por el trabajo bien hecho, sobre todo, porque siento diariamente el aliento y el apoyo de la inmensa mayoría de mis vecinos.
Sin embargo, cuando hago la misma reflexión como diputado autonómico, llego a una conclusión que no podía imaginar hace un año, y es que ha quedado meridianamente claro que tenemos un Gobierno regional, encabezado por Emiliano García-Page y apoyado, como no, por el Grupo Parlamentario Socialista, que ha demostrado ser un gobierno soberbio y falto de empatía y alma, un gobierno que no quiere ver ni reconocer la realidad para evitar así sus responsabilidades, un gobierno que ha dado la espalda a los castellano-manchegos ante la difícil situación que hemos atravesado y la que, lamentablemente, está por venir.
No es normal en una Democracia adulta como en la que presumimos vivir, que la inmensa mayoría, por no decir todas, las propuestas que ha realizado nuestro presidente Paco Núñez hayan sido rechazadas por el presidente Page y su Gobierno, ¡no es normal!.
Tampoco es normal que estas propuestas siempre hayan sido rechazadas de malas maneras, sin argumentos de peso que justifiquen su censura, despreciando a la sociedad civil de nuestra región que ha trasladado sus inquietudes, necesidades y propuestas a nuestro presidente en las múltiples reuniones que ha tenido y sigue teniendo con colectivos de todo tipo, donde se le pide que las traslade a iniciativas parlamentarias en las Cortes de Castilla-La Mancha.
Una falta de respeto hacia los castellano-manchegos que ha quedado patente en las lamentables manifestaciones en ruedas de prensa y programas televisivos que en los últimos meses hemos escuchado en boca de García-Page. Sin lugar a dudas, unas bochornosas declaraciones impropias de un presidente regional, en las que no ha dejado títere con cabeza, atacando incomprensiblemente a diversos colectivos tales como la Universidad, profesionales de la enseñanza, sanitarios, mayores, etc.
En definitiva, unas declaraciones que han supuesto un verdadero menosprecio a los hombres y mujeres de nuestra región, a su trabajo, a sus preocupaciones y necesidades, ya que nunca había visto a un presidente autonómico en España opinar así de sus conciudadanos, y menos aún que lo hiciera en reiteradas ocasiones, un hecho que demuestra que no son simples opiniones, sino que es lo que verdaderamente piensa el presidente Page, dejando al descubierto su carencia total de respuestas cuando la cosa se tuerce, haciendo aflorar su arrogancia desmedida como método de defensa ante su incompetencia.
Una circunstancia que nos ha hecho conocer la verdadera cara de García-Page, aunque ahora concentre todos sus esfuerzos en que los castellano-manchegos olvidemos estos lamentables episodios para intentar lavar su imagen.
Pero, si me centro en sus últimas declaraciones en las que ha opinado de los ayuntamientos, estoy en la obligación de contestarle, haciéndole saber lo que pensamos muchísimos alcaldes y concejales de la región porque así me lo han hecho llegar y, estoy convencido de que se sorprendería porque, además, muchos de ellos son representantes públicos de su propio partido, el Partido Socialista.
Los alcaldes, concejales y todos los trabajadores municipales de cualquier Ayuntamiento de nuestra región, han hecho en los momentos más difíciles de esta pandemia lo que él no ha sido capaz de hacer, que no es otra sino estar al lado de sus vecinos, ayudando en todo lo que estaba en sus manos y en lo que no, asumiendo sus responsabilidades y también las que no eran suyas, porque lamentablemente el Gobierno de García-Page ni estaba, ni se le esperaba, que es aún peor.
Lo último que podíamos esperar los alcaldes era que el presidente regional dijera que los “ayuntamientos nos habíamos dedicado solo a cerrar parques y a dejar de barrer las calles”, y más viniendo del Sr. Page, que fue alcalde de Toledo y sabe, o debería saber de primera mano, que estamos de día y de noche ocupados en ayudar a nuestros vecinos, ¡pero si hasta su compañera de partido y alcaldesa de Toledo le ha tenido que llamar la atención!, porque verdaderamente las declaraciones de García-Page, son una grave falta de respeto hacia nosotros, los servidores municipales.
Estos días he oído diversas versiones sobre el por qué está actuando así García-Page, pero yo tengo mi propia teoría que quiero compartir con los lectores y, aunque como ha quedado patente en estas líneas, no estoy de acuerdo con la mayoría de las cosas que está haciendo, lo hago con el respeto que tengo y merece el presidente de Castilla-La Mancha, pero mi opinión acerca del comportamiento que está teniendo es esta: que estamos conociendo al verdadero Emiliano García-Page, una persona que nunca ha tenido un empleo fuera de la política y, que siendo muy joven, se montó en un coche oficial donde siempre ha ido “tan caballerito” como dicen en mi pueblo.
En estos meses, cuando la carretera se ha puesto cuesta arriba y ha tenido que tomar decisiones importantes en momentos complicados, no ha sabido estar a la altura del puesto que desempeña, ni a la que los castellano-manchegos se merecen. Esta circunstancia le ha hecho ver su falta de capacidad para gobernar una región tan importante como la nuestra, motivo por el cual, ha aflorado en él ese nerviosismo y arrogancia.
Un nerviosismo que aún le atenaza y le lleva a seguir culpando a todo el mundo de lo que él no ha sido ni es capaz de hacer, pero, por mucho que ahora quiera lavar su imagen en los medios de comunicación, dedicándose a insultar o menospreciar a todos los que no pensamos como él, ya ha quedado demostrado que Emiliano García-Page no ha estado a la altura, la Presidencia de Castilla-La Mancha le queda muy grande.
Emilio Bravo
Diputado regional del Partido Popular de Castilla-La Mancha y alcalde de Mora (Toledo)