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lunes, 23 diciembre
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«Claro que no queremos cambio climático, pero si lo hay, el campo se adaptará como siempre»

Artículo de opinión de José María Fresneda, secretario general de ASAJA Castilla-La Mancha

Por mucho que quieran criminalizar a los agricultores y ganaderos, el sector agrario no es el culpable del cambio climático. De hecho, es el único sector que contribuye a mitigar el cambio climático. Basta con remitirnos a los datos para darnos cuenta de ello.

Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, las principales fuentes de emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en EE.UU. en 2016 fueron la producción eléctrica (28% del total de emisiones), el transporte (28%) y la industria (22%). La agricultura y la ganadería representaron apenas un 9% de las emisiones, cifra a la que la ganadería contribuye con un 3,9%.

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En cuanto a la agricultura, el avance en la eficiencia de la producción agrícola ha reducido las emisiones de gases de efecto invernadero en un 24% desde 1990 y ha optimizado el uso de fertilizantes, con un impacto positivo en la calidad de las aguas. A la vez, la agricultura ha sido capaz de aumentar la productividad en un 9% desde el 2005.

La agricultura española cada vez consume menos agua y energía, pierde menos suelo y emite menos gases a la atmósfera para producir un kilo o un litro de producto, según los Indicadores de sostenibilidad de la agricultura y ganadería españolas (marzo, 2011).
Por ejemplo, en el cultivo del tomate entre 1980 y 2008, por cada tonelada producida, se redujo el uso de la tierra en un 52,3%, el consumo del agua en un 31% (un 34,2% en el caso del agua de riego), el consumo de energía en un 12,5% y la pérdida de suelo por erosión en un 52%.

Por otro lado, según la Asociación de Tractores de España, la reducción de las emisiones de los tractores en los últimos 25 años ha supuesto un 95%.

Además, en los próximos años, como bien señala el vicepresidente de ASAJA y presidente de la Alianza por una Agricultura Sostenible (ALAS), Pedro Gallardo, España va a ser un laboratorio de plagas, porque van a ocurrir aquí antes que en el resto de Europa. Y esto supondrá que tendremos que dar una respuesta y utilizar cualquier tipo de herramienta avalada por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, acogiéndonos “a criterios científicos y no a cuestiones ideológicas, religiosas o políticas”.

En referencia a la ganadería, ya hay casos que demuestran que ha reducido al 50% el uso de los antibióticos en España, mientras que en otros países terceros no se juegan las mismas cartas que aquí, donde nos sometemos a las existentes normas europeas. Y, lamentablemente, la carne que importamos compite con la nuestra. De ahí la importancia de que los consumidores tengan información detallada, para que verdaderamente sean libres de elegir uno u otro producto.

En definitiva, el cambio climático está ahí y va a ser difícil de contrarrestar. Y no porque Europa no haga sus esfuerzos, sino porque los demás, no están por la labor de hacerlos. Ni China, ni India, ni Estados Unidos, ni mucho menos las potencias del sur, como Malasia o Indonesia, han mostrado interés alguno en conservar nuestro planeta.

Así que, por mucho que hagamos en el norte, aunque lleguemos a la utopía de contaminación 0, vamos a tener cambio climático.

Por tanto, no nos queda más remedio que convertir la adversidad en oportunidad. De hecho, el sector agrario ya lo está haciendo.

Por ejemplo, hace unos años era impensable que en la provincia de Cádiz se cultivaran 1.200 hectáreas de aguacates. Una hectárea de este cultivo tiene un valor en la calle de unos 90.000 euros. Esta misma hectárea, hace unos años, antes de arrancarse los cítricos para implementar el aguacate, era de 25.000 euros. Se ha incrementado casi por cuatro el valor de la tierra, simplemente por el cambio de cultivo, por las expectativas y por el beneficio esperado que tiene el aguacate.

Algo parecido sucede con el caqui que se está implementando en el sur de la península.
Otra prueba la tenemos en Las Azores, donde se ubica la única plantación de té que hay en Europa. A lo mejor, de aquí a unos años tenemos una plantación de té en la península. O de cacao, o de bananas…

Para terminar, y volviendo al principio del texto, los agricultores y ganaderos han hecho y hacen grandes esfuerzos por luchar contra el cambio climático. Cuestión por la que, desde ASAJA Castilla-La Mancha insistimos en que, si el que contamina paga, el que descontamina debería cobrar. Pero, además, el sector agrario ha demostrado siempre su capacidad de superación, así que, aunque no queremos cambio climático, si lo hay, el campo se adaptará como siempre.

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