El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, ha lamentado que los líderes del PP y de Ciudadanos, Pablo Casado y Albert Rivera, hayan vivido la exhumación de Franco del Valle de los Caídos «como un día de duelo» en lugar de celebrar que se trata de «una gran victoria de la democracia española».
Ésta es al menos la percepción que Sánchez tiene tras escuchar las referencias que los dos líderes conservadores han hecho sobre la salida de los restos del dictador del Valle y su traslado al cementerio de Mingorrubio. Casado ha advertido que las elecciones del 10 de noviembre no van del pasado, sino del futuro, mientras que Rivera ha considerado que lo único bueno de la exhumación es que por fin Sánchez dejará de hablar de los «huesos» de Franco.
En un mitin ante 1.100 personas en el Teatro Buero Vallejo de Guadalajara, lleno hasta reventar –se ha quedado gente fuera– Sánchez ha desvelado que el miércoles en Salamanca se le acercaban sexagenarias para agradecerle la decisión de sacar a Franco del Valle de los Caídos y ha dedicado el fin del mausoleo al dictador a las víctimas del franquismo, que «sonreirían» si pudieran ver lo que la democracia española ha logrado.
El líder socialista ha rechazado las críticas acerca del electoralismo de la medida que recibe de partidos a su izquierda y derecha y ha recordado que el momento de sacar a Franco del Valle ha llegado cuando el Gobierno ha podido hacerlo. «Ni un día antes ni un día después», ha precisado.
Sánchez ha celebrado que España sea hoy un país completamente distinto al que soñó la dictadura de Franco, a la vanguardia en el reconocimiento de derechos del colectivo LGTBI y en materia de igualdad de género.
Tras reivindicar el hito de sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos, Sánchez se ha referido a la crisis con el independentismo en Cataluña, un desafío del que venía alertando su Gobierno desde antes de conocer la sentencia condenatoria del Tribunal Supremo a los dirigentes del ‘procés’.
Sánchez ha incidido en que los partidarios de la independencia son una «minoría», aunque amplia, de la sociedad catalana, pero una minoría al fin y al cabo y ha defendido su fórmula para afrontar esta crisis: «Ley y diálogo» por este orden.
Por eso, ha vuelto a advertir al presidente de la Generalitat, Quim Torra, de que antes de hablar con el jefe del Ejecutivo español lo que tiene que hacer es llamar a la convivencia, condenar la violencia y defender a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
La alusión a la situación en Cataluña también ha permitido a Sánchez denunciar la falta de lealtad que ha encontrado en PP y Ciudadanos en este asunto y demostrar que no habría sido viable un Gobierno de coalición con Unidas Podemos, cuya marca en Cataluña sigue hablando de presos políticos, y que tendría que haberse apoyado en fuerzas independentistas al no sumar socialistas y morados mayoría absoluta.
De cara a las elecciones del 10 de noviembre, ha pedido que nadie se fíe de las encuestas al ver que todas dan al PSOE como el ganador porque a día de hoy las urnas están vacías y, por lo tanto, todos los partidos parten con el mismo número de escaños, esto es, cero.
Ha subrayado que el PSOE representa la única garantía de que se pueda formar un Gobierno estable y, pronto, en el mes de diciembre, y ha puesto en valor el equipo económico con el que cuenta, con ministras como Nadia Calviño en Economía o Magdalena Valerio en Trabajo para responder de manera justa a un eventual enfriamiento de la economía.