Belén López de Limburg Stirum es licenciada en derecho por la universidad Complutense de Madrid y Master en Comunidad Económica Europea por ICADE. Ha desarrollado su carrera profesional desde Bruselas donde reside junto a su marido Louis y sus hijos Juan e Inés Victoria. Ha trabajado en diferentes comisiones del Parlamento Europeo, entre ellas la de agricultura de la Unión Europea. En sus inicios trabajó con la beca Robert Schuman en el desarrollo de la reglamentación comunitaria para un estudio sobre alcoholes y destilados que se redactaba en el marco de la OCM.
Sus amplios conocimientos los ha compaginado con su cargo en el consejo de administración de ALTOSA, empresa de capital familiar y una de las más importantes del sector del destilado a nivel mundial. En los últimos años ha asumido el cargo de Brand ambassador de Verum por su conocimiento del mercado y del mundo vitivinícola en el entorno internacional.
“El vino es un mundo apasionante donde sobre todo, quedan recuerdos de aromas”.
Pregunta: ¿Cuáles son tus primeros recuerdos sobre el vino en casa?
Belén López: Mis primeros recuerdos del vino los asocio a mi padre que era un gran conocedor del sector. Una de las actividades que esperábamos durante toda la semana, era acompañarle junto a mi madre y hermanos Juan Antonio y Pedro José al viñedo.
Muchas de esas viñas plantadas antaño siguen dando los frutos para nuestros vinos Verum.
Pedro José desde su juventud fue quien más cerca estuvo de mi padre en la faceta profesional, pero supo inculcarnos a todos el sentimiento y compromiso por el viñedo, por nuestra tierra, además de esto, el día a día en casa era el vino, el campo, los mercados…
Otro recuerdo marcado son las tardes de vendimia en la finca de Las Tinadas (las mañanas había colegio). El olor a uva, pisar la viña, cortar algunos racimos para echarlos al remolque. Luego era la llegada de la uva a la bodega. Jugar en la cueva donde mis bisabuelos y abuelos elaboraban vino, ese olor único que sigue en mi recuerdo. También los olores de la destilación cuando íbamos a la destilería (ALTOSA), la sala de alquitaras donde se destilaba aun con calderas de leña, la cueva de envejecimiento de las holandas en botas de roble que con el tiempo se convertirían en grandes brandies… El vino es un mundo apasionante donde sobre todo, quedan recuerdos de aromas.
P.: ¿Cómo recuerdas el inicio de Verum?, ¿Qué impresión había fuera de nuestras fronteras cuando se presentaba un vino de calidad elaborado en Castilla-la Mancha?
BL.: Verum nace justamente por continuar con la labor que empezó nuestro padre, tanto en el vino como en el destilado, de ahí que lo primero que sacamos al mercado fueron nuestros aguardientes monovarietales.
En cierto modo era una forma de rendir tributo a tanta gente que durante generaciones se dedicó en nuestro pueblo al noble oficio del destilado, de ahí hacer un aguardiente que pusiera a Tomelloso en el lugar donde se merecía, por eso nos sentimos muy felices de estar año tras año en el cuadro de honor de los mejores destilados de España. Bajo esta idea de excelencia y forma de trabajo continuamos con los vinos.
Justamente esto enlaza con tu segunda pregunta
En aquel momento se miraba al vino de Castilla La Mancha como de segunda categoría. La opinión general era que nuestros vinos no podían equipararse en precio a los de otras regiones españolas cuando curiosamente, los vinos de Ciudad Real fueron unos de los más valorados en la antigüedad, fe de ello las repetidas menciones de Miguel de Cervantes a los vinos de nuestra tierra.
Tenemos el sol, el clima, un viñedo maravilloso y profesionales formados en las mejores escuelas de enología ¿por qué no hacerlo? Todo comenzaba por demostrarlo y para ello, nosotros (como región) éramos los primeros que nos lo teníamos que creer.
Gracias al esfuerzo de muchos bodegueros, estamos consiguiendo ese reconocimiento. Como región se nos exige más que al resto, pero tenemos capacidad suficiente para responder.
Nos costará tiempo, pero estamos dejando un legado valioso a las generaciones venideras, hay que seguir creyéndoselo.
P.: Tu vida se desarrolla principalmente en Bruselas, ciudad en la que convergen todos los países de la unión europea. ¿Hay cultura de vino en la capital de Europa?
BL.: Muchísima; sobre todo del vino francés por razones obvias (cercanía e historia) pero es un buen terreno para hacer educación del vino e ir cambiando las tendencias.
P.: Viajas por todo el mundo con la bandera de los vinos de calidad de Castilla la Mancha. ¿Cómo ha cambiado la percepción en el entorno internacional?
BL.: Se van dando pasos, las bodegas apuestan por la internacionalización y la calidad (como he comentado anteriormente, a nosotros se nos exige más que al resto). También vamos dando pasos importantes en la comunicación. El año pasado Pedro Ballesteros MW publicaba para la revista Decanter un artículo con los 10 enólogos españoles llamados a cambiar el vino en España. De esos 10, dos eran de Castilla-La Mancha, Maite Sanchez y Elías López Montero, mi hermano, enólogo de Verum, uno de los convencidos de la calidad de nuestra región que trabaja contra viento y marea. Parafraseando a Cervantes, en ocasiones luchando contra molinos.
P.: La mujer cada vez tiene un papel más relevante en el sector del vino, cada vez hay más enólogas y comerciales. ¿Este crecimiento se ve también en los altos cargos de las empresas vitivinícolas?
BL.: Yo diría que algo menos porque aunque hemos avanzado mucho, se sigue identificando los negocios del vino y el alcohol con hombres. Hay ejemplos buenísimos como Veuvé Clicquot.
Esto también es generacional, confío en que todo cambie y que los padres de hoy inculquen sus valores y den las mismas oportunidades a hombres y a mujeres, como en su día hizo mi padre.
P.: Parte de tu vida profesional la has desarrollado fuera de España y en contacto directo con el sector vitivinícola. ¿Qué avances destacarías más importantes para Castilla-La Mancha en los últimos 20 años?
BL.: Hay dos factores importantísimos donde hemos avanzado a un ritmo aún mayor que otras regiones.
Uno es a nivel técnico, hoy no hay diferencias entre una bodega de Tomelloso, Burdeos, California o el Valle de Barossa (Australia).
Otro es a nivel de presencia internacional en los mercados. Nuestras bodegas han grabado en su ADN la internacionalización, la necesidad de darse a conocer en cualquier región del mundo donde se descorche una botella de vino.
P.: ¿Se ve hoy tanta diferencia entre los vinos españoles con los italianos o franceses como había antiguamente?
BL.: Para nada, nuestros vinos están al mismo nivel de calidad que los de cualquier otra región del mundo. Son muy buenos y en relación calidad precio, mejor que en cualquier otro país, pero aún nos cuesta venderlo en igualdad de condiciones que un francés o un italiano (en cuanto a precio medio). Pasará tiempo, pero no me cabe duda que lo conseguiremos igual que lo hemos hecho en la moda o la gastronomía.
P.: Siempre se hace referencia a la relación calidad-precio de los vinos españoles. ¿No consideras que es una batalla perdida, que no se ha hecho un verdadero esfuerzo comercial y de imagen para que se valoren mejor nuestros vinos?
BL.: Pienso que se han hecho cosas pero se deberían hacer muchas más por impulsar el vino en España y aprovechar nuestro tirón turístico a nivel internacional.
Somos referencia mundial en gastronomía, con productos únicos como el jamón ibérico, sin embargo no hemos sido capaces de posicionar nuestros vinos al mismo nivel.
Volviendo al ejemplo del turismo, cuando viajo a zonas vitícolas de otras latitudes, ya en los aeropuertos encontramos grandes paneles publicitando el vino y enoturismo del país. En ese sentido, nos queda mucho por hacer, sobre todo, de vino país, no de regiones. Es momento de hablar en plural.
Cuando llegas a Madrid, el primer cartel que encuentras en el aeropuerto es de UBER. Sería maravilloso que la primera imagen fuera “bienvenido a España, tierra de viñedos” (a ver si algún político nos lee y toma nota)
P.: En el entorno del comercio internacional ¿Qué papel tiene la mujer empresaria? ¿Está igual, más o menos avanzado que en España?
BL.: En España tenemos magníficas mujeres empresarias, estamos muy avanzados yo diría casi que al nivel de otros países occidentales. Donde hay que luchar es por la no discriminación en el trabajo realizado, que se valore igual si lo hace un hombre que una mujer.
Por eso me enorgullezco decir que en Verum y Altosa (empresas familiares) el trabajo se reconoce por el trabajo y no por quien lo haya desarrollado, sea hombre o mujer.
P.: Un consejo para todas las mujeres que se desarrollan profesionalmente en el entorno internacional…
Que sean valientes, emprendedoras, que no se desanimen. Que cuando lleguen momentos de debilidad recuerden la frase que aparece en la etiqueta del vino Maria victoria: “Fui piedra, perdí mi sitio y me arrojaron al mar. Las circunstancias y el tiempo me volvieron a sacar”. Vino con 92 puntos Parker, que lleva el nombre de mi madre, una gran señora y ejemplo para toda la familia.