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viernes, 20 diciembre
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Francis Romero: para nosotros AFAS es una segunda familia

Este año se cumplen 40 años de la puesta en marcha de AFAS. La que nació como la «Asociación de Familias y Amigos de los Subnormales» ha cambiado, y mucho. Aunque conserva el acrónimo, ahora es mucho más. AFAS se ha convertido en todo un referente a nivel nacional en el ámbito de la atención a personas con discapacidad, haciendo vivir a todas las personas con discapacidad que forman parte de ella con toda la «normalidad» posible para ellos, trabajando por su integración en la sociedad.

Desde enTomelloso.com, hemos querido poner de relieve el trabajo que hacen, y os presentamos una serie de entrevistas en las que charlamos con todas las partes implicadas en el funcionamiento de AFAS, desde las Familias, hasta la dirección, pasando por los voluntarios y los trabajadores.

En esta primera entrevista hablamos con Francis Romero, que forma parte del núcleo de familias que pusieron en marcha la Asociación hace 40 años.

 

Bogas Bus

EnTomelloso: ¿Cómo fueron los inicios y por qué decidisteis formar AFAS?

Francis Romero: Mi hermana es una persona con discapacidad, y cuando nació mis padres la aceptaron rápidamente, pero les dolía el no tener un sitio donde llevarla. Ella nació a la par que dos primos míos, y cuando llegó la hora de escolarizarlos ellos fueron al colegio. Mis padres no lo podían soportar: el día en que ellos fueron al colegio fue el día más triste de mi casa, mi padre llegó hecho polvo a casa viéndola a ella, que con la misma edad se quedaba en casa. Llegó llorando y la cogió diciendo «tú dónde vas a ir, querida mía».

En el pueblo, mi padre tenia una carnicería, un lugar por donde pasaban muchas personas y, entre ellos, los sacerdotes. Ahí surgió la idea de reunirse todos los que estuvieras pasando por esta situación. Mi padre habló con el sacerdote Leopoldo, quien los reunió, y poco a poco se fue averiguando quién tenía a alguna persona con discapacidad en su familia. Así empezó gesto la primera reunión que fue dio pie a la constitución de AFAS.

 

ET: Si no me equivoco, empezasteis en la antigua Casa del Socorro, ¿verdad?

FR: Ya cuando AFAS estaba constituida el problema era llevar a los chicos. Mi padre se enteró de que la Casa de Socorro se quedaba vacía y en un Pleno se presentó la solicitó y le concedieron la casa. Se recopiló todo el material que se pudo: había bancos del colegio Doña Crisanta, que cogimos y pintamos, igual que los pupitres. Ahí empezó todo.

 

ET: Luego, ¿cómo empezó a desarrollarse la actividad?

FR: Empezó con tres voluntarias, no había dinero y vivíamos de la caridad. Nosotras, las familiares, íbamos puerta por puerta haciendo socios, nos recorrimos todo el pueblo. Esos voluntarios no cobraban nada, luego se incorporaron más personas y fueron conociendo la asociación. Nos encontramos con el problema de que, a veces, la familia pensaba «bua, el chico no se entera de nada, para que lo vamos a llevar». Tuvimos que hacer escuelas de padres. Se paso de en muchos casos, tener escondidas a estas personas a incorporarlos a la vida normal.

Antes te dije que el primer día de colegio fue el más triste de mi casa, pero el primer día que mi hermana fue allí, fue el día más feliz del mundo para mi familia. Allí solo había unos pupitres, una sala para que pudieran comer y un frigorífico, donde cada uno llevaba su tupper. Poquito a poco se fue avanzando y luego nos enteramos de que la actual Escuela de Música se había quedado vacía, así que tuvimos la lucha para trasladarnos alli.

 

ET: Y luego eso se convirtió en el Ponce de León..

FR: Cuando salimos de ahí, ya el Gobierno empezó a hacer colegios para personas con discapacidad, y fue cuando, por mediación de Luis Perales, se puso en marcha el centro de educación especial Ponce de León, donde se podía escolarizar a las personas con discapacidad. De ahí ya nos trasladamos a donde estamos ahora. Nosotros tuvimos la suerte de que Blas Camacho estaba de diputado e hizo las gestiones pertinentes para que nos concedieran un montón de dinero, así que empezamos a hacer obras. Primero era solamente un centro de día y luego ya se hizo la residencia. La situación cambio, la gente estaba más concienciada de que había que tener cosas para las personas con discapacidad porque tenían el mismo derecho que otras.

 

ET: ¿Podríamos decir que desde que empezó la Asociación las personas con discapacidad han ganado mucho en calidad de vida?

FR: En estos 40 años, ¿qué se podían imaginar aquellos hombres que empezaron y que eran tan valientes? En aquel entonces, a las personas que tenían una persona con discapacidad les daba hasta vergüenza admitirlo, y llegaron estos hombres con esa mentalidad y fueron unos revolucionarios. Mi padre era un valiente, la aceptó incluso sin tener una gran formación, e iba puerta por puerta diciendo que había que sacarlos, que eran personas y tenían que vivir. En aquellos tiempos no se imaginaban que íbamos a llegar donde estamos.

 

ET: Además, ahora también tenéis casas tuteladas, donde algunos son casi independientes…

FR: En la casa de Garcilaso son prácticamente independientes, aunque con vigilancia. Las cuidadoras le dicen «vete a tal sitio a comprar esto», y ellos saben hacerlo y manejar el dinero. Tienen mucha vigilancia, pero son independientes, y luego cada uno tiene sus gustos y se respeta las necesidades de cada uno.

Cuando se inauguró la residencia, mi padre pensó que era lo más grande que había hecho en su vida y sin embargo no la vio abierta, porque le dio un infarto y murió unos días antes de la inauguración. Han pasado los años y eso se ha quedado antiguo y ya no nos gustaba, así que ahora ya empezamos a distribuirlos en casas, cada uno tiene la suya y viven como en un lugar normal de Tomelloso, solo que vigilado por un cuidador. Yo le digo «Los Jardines de La Granja», porque en verano tienen un merendero y su piscina, y ellos están encantados.

 

ET: De hecho, incluso hacen talleres también, ¿verdad?

FR: Todo fue pasito a pasito avanzando poco a poco. Allí vemos cómo es la persona, qué cualidades tiene y cómo podemos desarrollarlas. Los técnicos y los psicólogos averiguan los gustos y las capacidades de cada uno, y están distribuidos en los talleres ocupacionales en función de eso.

 

40 AÑOS QUE HAN SIDO POSIBLES CON LA AYUDA DE MUCHOS

FR: Hay que decir que todo lo que hemos conseguido ha sido con muchísimo trabajo y muchísimo esfuerzo, y porque tenemos a Luis. Yo creo que sin él no hubiéramos podido llegar a donde hemos llegado, porque no se ha preocupado solo por su hijo, sino que se ha preocupado por todas las personas con discapacidad.

Por otro lado está el caso de las mujeres, porque las mujeres de estos hombres han trabajado mucho pero en la sombra. Han ayudado en las ventas de las papeletas y en el cuidado. La familia entonces se implicaba a tope porque no había nada y querían conseguir algo para sus hijos, aunque ahora están muy relajadas porque se encuentran con las cosas un poco más hechas. Luego hay padres que el segundo que tienen libre lo dedican a AFAS y por eso esto funciona.

Pero volviendo a Luis, después de 40 años encontrar un presidente que llegue todos los días con la misma ilusión y que llega con el mismo temperamento y las ganas de hacer cosas y con propuestas es admirable. Al principio, cuando nació mi hermana, pensamos en negativo porque a nadie le apetece tener a una persona con discapacidad, pero ahora, aunque parezca una utopía, es un regalo. A través del tiempo ha sido un regalo de la vida porque tenemos la suerte de que ella es buenísima y nos ha abierto estos caminos: mi padre era feliz con la Asociación, y nosotros también, porque nos ha dado una segunda familia, que es AFAS.

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