Último día de ruta. Un día tan único merecía madrugar mas de la cuenta. Las 4:30 de la mañana llegaron pronto para la expedición de AFAS. Se prepararan para una etapa física y emocional intensa. Apenas se podía ver nada, fueron necesarias linternas, y el silencio era tan total y tan fuerte, que el único sonido audible eran sus propias pisadas y su respiración, pero en su cabeza se recordaba cada etapa, cada kilómetro, cada momento vivido.
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Una pendiente de 6 kilómetros recorrida en 6 horas y media. Ya nada importaba, el dolor, los temores, el cansancio había desaparecido, la ilusión por llegar era infinitamente mayor. El sol se alzaba de las misma manera que la temperatura bajaba a 10 grados. Santiago se sentía cerca, el sonido ensordecedor de los aviones se hacia patente.
El sol salia, el «monte del gozo» era el sito perfecto para descansar tras una larga subida de 4 kilómetros. Y de repente, nuestros protagonistas se dieron cuenta de que cada fibra de su ser les dolía.
Tan cerca, tan lejos, a 6 kilómetros de la meta, los dolores se hacen potentes, los llantos de desesperación y cansancio, pero se hacen amenos, la ilusión por llegar es mucho mayor.
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Y el esperado momento llegó. Risas, cantos, saltos al grito de «campeones campeones oe oe oe» y «que no somos de aquí, que somos de Tomelloso». La gente los mira y los aplaude, y las lagrimas, esta vez de felicidad, saltan de los ojos de muchos de los miembros del grupo. El sentimiento es indescriptible, todos los sentimientos contenidos salen a la luz, sensaciones difícil de repetir,… un cóctel de emociones se desbordan en ese instante.
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La misa del Peregrino, Padre Antonio Lopez participa en la Eucaristía con un montón de sacerdotes, con una gran expectación por ver el botafumeiro.
Lo mejor aun queda por llegar, y es que estos integrantes, viajaran a Rias Baixas para navegar en barco y comer mejillones, una recompensa que se han grabado con creces.
