El escritor almeriense Aníbal García acaba de ganar el I Certamen de Poesía de Tomelloso contra la violencia de género con el poema Detrás de las paredes. En este poema se relata, desde lo cotidiano, el despertar de los personajes que habitan las viviendas de un bloque de pisos donde el impacto de la violencia de genero no produce más que el silencio de la costumbre.
Aparte Aníbal García tiene previsto publicar para el mes de febrero el libro Saetas de Almería. En el futuro también tiene previsto publicar dos poemarios que llevan por título Estaciones y Pequeños desnudos.
Aníbal García ya ganó el II Premio Internacional de Poesía Gabino Pérez de Albéniz» con la obra La despedida.
En total se han presentado 117 trabajos de todos los puntos de la geografía española de los cuales 54 han sido para la categoría de relatos cortos y 63 para poesía. Precisamente el elevado número de trabajos recibidos y la calidad de los mismos, teniendo en cuenta que se trataba de la primera convocatoria, ha sido destacado por la organización del certamen que ha mostrado su satisfacción por la gran aceptación de esta iniciativa.
El jurado ha estado compuesto por Natividad Cepeda, en representación del ámbito literario, Miguel Huertas, en representación del ámbito cultural e Isabel Lozano, en representación del ámbito periodístico, actuando como presidenta la concejala de Igualdad, Cortes Valentín.
Con esta convocatoria, la concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Tomelloso ha perseguido concienciar a la ciudadanía sobre la violencia de género y las situaciones de desigualdad entre mujeres y hombres que la propician. De este modo, el jurado, entre los criterios de valoración, ha tenido en cuenta, además de la calidad y las condiciones artísticas de los trabajos, el uso del lenguaje no sexista, así como la creatividad, originalidad y el impacto del mensaje transmitido por la obra de acuerdo al objeto del concurso.
Las bases recogían un único premio para cada una de las categorías dotado con 150 € y diploma.
DETRÁS DE LAS PAREDES
Aníbal García
Detrás de las paredes
las historias son siempre más reales.
Una anciana acaricia los retratos
de unos niños que nunca la visitan
en el piso primero.
En la segunda planta, una mujer
regresa del colegio donde dejó a sus hijos
y espera la llegada de su amante.
Debajo de las sábanas, una garganta tose
en el tercero B, ignora que a las siete
la muerte tocará la puerta de su casa.
La estudiante que vive al fondo del pasillo
termina su café y abre el libro de química
por la página ochenta
– ayer dejó al capullo de su novio-.
En la quietud del quinto,
unos dedos se posan en las teclas del piano
mientras cierra los ojos y la música
se cuela por los frágiles tabiques
del oscuro edificio.
Alguien pregunta dónde están sus llaves
mientras golpea repetidamente
cada bolsillo de su pantalón
pero nadie contesta,
y algún otro, corrige los exámenes
del último trimestre
con un rotulador de punta fina
tumbado en el sofá.
La señora del ático se mira las arrugas
en el espejo y piensa cómo el tiempo
puede ser tan mezquino.
Algunos han notado el terremoto
que hubo a las cuatro y media de la noche
y todos despertaron con los gritos
de la mujer del cuarto
después de recibir otra paliza.
Las calles, a pesar de su silencio,
lo saben hace años:
detrás de las paredes
las historias son siempre más reales.