Estos días el artista Rafael Rodrigo Ilustrator expone su obra gráfica e ilustrada en el Rinconcito de Tomelloso. Con el título «Hoy empieza todo», Rodrigo vuelve a sus orígenes, pero valiéndose de todo lo aprendido, a través de una exquisita muestra visual, con la que pretende dar a conocer su identidad.
El Rinconcito es un mínimo local en el centro de Tomelloso, en la misma Plaza de España. Gracias al empeño de su propietario, mantiene vivo el arte, con exposiciones prácticamente continuas de autores conocidos, o no y de cualquier estilo, técnica o formato susceptible de ornar sus paredes: dibujo, pintura, ilustración, fotografía. Esta apuesta de Mario ha hecho que gracias a esas exposiciones más de 400 obras se hayan vendido, algo que no es moco de pavo en los tiempos que corren.
Con la excusa de la exposición, nos acercamos al local a charlar con Rafa Rodrigo. El artista es licenciado en Bellas Artes, fundó junto a Nazaret Rodrigo de El Viejo Ciervo y forma parte de Acento Cultural y del colectivo de artistas Ideo. Actualmente trabaja como diseñador en Castilla Textil. El Viejo Ciervo, nos contaba, es un concepto de arte total, en el que se hacía diseño web y actualmente está más centrado en los talleres, la ilustración y los cuentos.
El Viejo Ciervo
Rafa tiene en proyecto, con el Viejo Ciervo, un cuento con la editorial Anaya y varios trabajos de ilustración de autor. Este año, nos cuenta, está lleno de propósitos, muy relacionados con la ilustración, con la intención de publicar muchos libros. Echa de menos los “Cuentos vivos”, una gratificante experiencia del año pasado, en la que Nazaret y Rafa representaban cuentos en los colegios de Tomelloso de forma muy particular. Aquello le llevo a recorrer toda Castilla-La Mancha de la mano de la editorial Anaya.
En El Viejo Ciervo también trabajan la creatividad de los niños, señala Rafael Rodrigo, no es una academia al uso, sino un lugar donde se saca lo más creativo de cada niño, independientemente de que dibuje mejor o peor.
Grafitti
Rafael Rodrigo es, y se considera un grafitero. Meone es su nombre de guerra. Resulta raro (o a lo mejor no) alguien que se dedique al arte totalmente urbano en Tomelloso. En ese sentido nos explica que va a proponer al Ayuntamiento de Tomelloso la posibilidad de llevar a cabo un grafitti de gran formato, de tres plantas. Así lo hizo en el festival La Mancha Colors y resultó “alucinante” y le gustaría traer ese concepto a Tomelloso. “Me gustaría que en Tomelloso la cultura del grafitti tuviese un valor más que el mero vandalismo”, porque hay muchos escritores y “tenemos conexiones con artistas muy buenos que viven de esto como Laguna, el Lolo” y le gustaría dar a conocer ese medio en nuestra ciudad.
Rafa viene de una familia que ha trabajado el metal, señalaba que para él ha sido siempre una necesidad la creación, incluso cuando ayudaba a su padre y sus hermanos en el taller. Nos confiesa que su realidad no es la del artista afectado que va levitando por el mundo, con mucha vida interior. Los problemas sociales, culturales o políticos “que yo los vivo como cualquiera, no son mi principal necesidad expresiva, aunque sí los plasme en mi obra. Pero no me creo con el poder de cambiar nada a través del arte”.
El arte es una forma de vida, asevera, “es una putada a veces”. Pero la suerte es que “al final acabas trabajando de lo que estás haciendo: te piden ilustraciones, trabajas de diseñador en una gran empresa y se te tiene respeto”.
Hoy empieza todo
Volvemos a la exposición «Hoy empieza todo». Rafa nos cuenta que, por ejemplo, la información, va actualmente como las balas. El arte, tiene que ser algo más pausado, personal. Recibimos, a través de las redes, prácticamente en tiempo real, la obra de los autores de los que nos nutrimos, a veces, “ves el preciosismo de muchos de ellos y esa urgencia te lleva a meterte en ese terreno”. Por el contrario, esta exposición “es volver a mi terreno y de ahí querer empezar, porque es donde más a gusto me siento. Esta exposición es volver al darle sentido a todo esto”. Todo el bagaje de Rafa, a lo largo de estos años, lo focaliza en sus orígenes para, así, poder volver a empezar.
Esta exposición, de la que Rafael Rodrigo confiesa sentirse muy satisfecho, quiere trasladarla al gran formato, “pero no para agradar, sino para agradarme a mí”. También nos señala el artista que comprende la dificultad de las dos obras grandes que presenta, no sobras muy decorativas. Por ejemplo, Love, está hecha desde la rabia de volver al grafitti tras la muerte de El Pichón.