Belén Rodríguez / Lanza
Diez años después, con varios pleitos, denuncias cruzadas, y manipulaciones de escrituras, V.A.R.A, un vecino de Tomelloso de unos 60 años y su nueva pareja Z.M., han admitido ante la Audiencia Provincial que estafaron a la exmujer de él, J.C.B., para impedir que se quedara con la casa que le adjudicaron tras el divorcio, y se han conformado con dos años de prisión.
El acuerdo, que les obliga a pagar 3.000 euros de indemnización a la perjudicada, evitó el juicio penal en el que ha derivado un divorcio conflictivo que recuerda a la cinematográfica ‘La guerra de los Rose’, en este caso sin daños personales.
“Se obcecó en que su exmujer no se quedara con la casa y por eso hemos llegado hasta aquí”, ha explicado en la sede de la Audiencia José Tirado, el abogado que ha representado a la mujer, que al final se queda con una vivienda, en la que, pese a todo, no ha dejado de residir desde el divorcio, en mayo de 2007.
En el caso también están implicados dos amigos de los acusados -la pareja que en 2004 les vendió originalmente la vivienda unifamiliar a V.A.R.A y a su exesposa-, y con cuya connivencia se consumó la estafa (ambos aceptaron hoy dos años de cárcel).
La fiscalía provincial, que entró en este asunto a raíz de las denuncias del exmarido, pedía 4 años y medio por un delito consumado de estafa, mientras la defensa reclamaba 6 por lo mismo, y acusaban de coacciones.
Todo eso se ha traducido en el fallo final, en el que se ha aplicado la atenuante de dilaciones indebidas. “Mi patrocinada podrá por fin escriturar a su nombre la casa, algo que no ha podido hacer en estos años”, dice Tirado.
En 2004 V.A.R.A. y J.C.B., entonces un matrimonio bienavenido, le compraron una vivienda unifamiliar a otra pareja y firmaron un documento privado en el que se recogía que la escritura a su nombre se formalizaría en 2008. Pero un año antes de esa fecha, la pareja se divorció y a la mujer se le asignó en sentencia el uso de la casa, que seguía escriturada a nombre de los primeros vendedores, circunstancia que su exmarido utilizó para intentar arrebatársela.
Primero lo hizo escriturando la casa a nombre de su nueva pareja, Z.M., con la anuencia de los vendedores, que simularon una compraventa. Con ese documento fueron a Aqualia y lograron que la empresa le cortara el agua a la exmujer, que vivía allí con su hija y dos nietos pequeños, y tuvo que estar un mes y medio acudiendo a una fuente pública a abastecerse.
También lo intentaron con la luz, pero no lo consiguieron. Después le pusieron un pleito de desahucio por precario y presentaron los documentos falsos en un juicio civil que se desestimó.
Acudieron a la Audiencia Provincial, hasta que el tribunal se dio cuenta que se habían falsificado documentos y ordenó investigar el caso, en paralelo la exmujer se querelló, y mientras los pleitos seguían, la nueva mujer pidió un préstamo por la casa de la ex, que no pagó, para que el banco se adjudicase la vivienda y echase a J.C.B.