La Casa de la Cultura de Tomelloso acogió este miércoles el foro «Metidos en el laberinto, lo mismo da blanco que tinto» que estuvo dirigido por la escritora y periodista Marta Robles y contó con Nativel Preciado, Rosa Regás, Vanessa Montfort y Ángela Valvey. La actividad estaba enmarcada dentro de la iniciativa “La Cultura del Vino”, de la Diputación de Ciudad Real y la Junta de Castilla-La Mancha con la colaboración de FENAVIN.
La diputada provincial y concejala de Igualdad, Ana Valentín, explicó que la Diputación no solo apuesta por los buenos vinos con FENAVIN, también lo hace por las mujeres. En el acto de este miércoles “está la muestra”, con las grandes mujeres que nos acompañan, dijo Valentín. Tanto desde la Diputación como desde el Ayuntamiento de Tomelloso se pretende que, una vez más, FENAVIN sea un éxito, sacando la feria de los circuitos tradicionales para que llegue a todos los vecinos y todas poblaciones, enmarcándola en actividades diferentes.
La escritora y periodista Marta Robles, que actuó como maestra de ceremonias, anticipó que iban a hablar de vino utilizando todos sus recursos, incluido el sentido del humor “que es el que hay que utilizar en todas las cosas serias”. Destacó el privilegio que supone estar acompañada de estar mujeres, grandes escritoras y llenas de premios. Durante la presentación de sus compañeras, Robles, aseguró que antes, las mujeres bebían en la clandestinidad, para olvidar penas. Aseguró que desde que existe FENAVIN ha aumentado el consumo del vino entre las mujeres, “una bebida que está en todas nuestras obras”, dijo. Marta Robles confesó que su única bebida es el vino.
Vanessa Montfort, novelista, dramaturga y periodista, aseguró que prefiere el vino tinto, a pesar de que a las mujeres “siempre nos han dicho que bebamos blanco”. Montfort dijo que las mujeres españolas eran las más longevas porque “beben vino y hablan”. En ese sentido señalaba que los hombres quedan para beber cerveza, ellas para beber vino y hablar. Recordó que tuvo un abuelo, bodeguero en La Mancha que le enseño muchos secretos de la bebida. La escritora contó su suerte de vía crucis en Londres (donde hay medidores para el vino) y en Nueva York (con vinos de California). Precisó que “el tiempo del vino es el de la conciliación con una misma” y confesó que “bebo vino tinto y soy carnívora”.
Ángela Valvey, periodista y escritora ciudadrealeña, premio Nadal 2002 y premio Planeta 2008, dijo sentirse encantada de estar en Tomelloso “soy tomellosera de vocación” porque es una ciudad llena de talento. Estableció Valvey una diferencia con respecto a sus compañeras de mesa “yo he vendimiado”, una experiencia de trabajo duro que “te comunica con la tierra”. Aseguró que el vino, frente a otras bebidas, representa la civilización y la cultura. La escritora mostró su alegró porque en La Mancha “se hagan mejores vinos”. Acabó su intervención leyendo un texto del que se colegía que los monstruos del siglo XX (Hitler, Stalin y Mussolini) eran abstemios.
Rosa Regás señaló que este grupo de mujeres “ya nos hemos tomado nuestro vino. Y pensamos continuar”. A la escritora barcelonesa el vino la ha acompañado toda la vida y para todo. Para brindar, para recordar, o para leer una carta. También en los éxitos y en los fracasos. Regás llegó a pensar que a ella, como a Faulkner, el vino la inspiraba, pero desechó la idea cuando comprobó que los vapores etílicos la alejaban del trabajo. Dijo ser una gran viajera y donde ha estado ha pedido vino, algunas veces inmundo, otras, prohibido. Regás ha abierto muchas botellas a lo largo de su vida, celebrando nacimientos y éxitos en su familia. Tras afirmar que “el vino es el equilibrio”, aseguró que con el tiempo ha aprendido a beber
Nativel Preciado puso el valor la habilidad de Marta Robles para convocar personas y “no es la primera vez que nos juntamos”. La escritora y periodista quiso hacer un homenaje a la primera persona de Tomelloso que conoció, Eladio Cabañero, “una persona excepcional”. Preciado hizo tres confesiones, la primera, que está en una época de regresión y que se ha pasado al tinto. La segunda de las confesiones es que fue Lupita la Méxicana, en una taberna londinense en la que servía vino y cantaba disfrazada de la idea que los ingleses tenían de una charra. Allí estuvo Joaquín Sabina, pero hasta décadas después no lo supo. Y la tercera de las confidencias fue que se ha enamorado. Y leyó las cualidades organolépticas de un vino tino, “¿quién no se enamora de él?”.
Marta Robles acabó haciendo una recomendación “El vino como la vida hay que tomarlo como a uno le dé la gana, eso sí, en buena compañía”.