El Yugo Socuéllamos exhibió su máxima pegada para llevarse el derbi de La Mancha. Partido para olvidar del equipo auriverde que no mostró su mejor versión. Y partido para enmarcar por parte de las aficiones; 2000 personas con un comportamiento exquisito.
Soñaba Darío toda la semana con una victoria ante el Yugo Socuéllamos y despertó de un mal sueño en apenas diez minutos, justo los que tardó el Socuéllamos en abrir la lata y marcarlos a pares. Dos llegadas, muy claras, por cierto, y dos goles. Y chimpún. Eso fue lo que duró el derbi de La Mancha donde todos los focos de la región habían apuntado con especial atención.
Pero es que el partido, en sí, tuvo tres partes diferenciadas. La primera duró apenas diez minutos, los que tardaron Álex Jiménez y Nacho Huertas en subir dos goles al marcador que cayeron como dos jarros de agua fría. La segunda parte duró diez minutos, justo ese arreón final del Atlético Tomelloso que, cuando quiso reaccionar, ya era demasiado tarde. Y punto número tres, la grada, la afición, la mejor noticia de todas. Porque una vez más el Paco Gálvez se vistió de gala para escribir un nuevo record con letras de oro en el libro de su historia. Gracias, en parte, a la afición incondicional del Socuéllamos que dejó muestra, una vez más, que son de otra categoría. Más de 2000 personas se dieron cita en el coliseo auriverde para animar a sus respectivos equipos.
Gran pegada
Comenzó el partido y cuando Darío ajustaba el reloj de su muñeca el marcador ya reflejaba un 0-2. Pero no es lo mismo un 0-2 con un equipo cualquiera (vaya el respeto por delante), que un 0-2 con el Yugo Socuéllamos, un equipo experto y muy experimentado que sabe leer perfectamente los partidos.
Demasiado pronto encarriló el partido el equipo de Manu Calleja que a los trece minutos ya tenía encarrilado el partido. Primero fue Álex Jiménez a los dos minutos del partido el que aprovechó un balón franco que despejó Buyo para empujarla y subir el primero al marcador. Pero es que diez minutos después, Nacho Huertas cabeceaba libre de marca un gran centro de Zurdo por banda izquierda. Doble jarro de agua fría.
A partir de aquí, el partido murió, la intensidad bajó y el físico y el centro del campo se apoderaron del partido. Pero se apoderaron sin ocasiones claras porque Javi Heranz, hasta el minuto 33, no se acercó a la portería de Óscar. Pero, ¿qué hubiera pasado sin Essomba se va a la calle en el minuto 16? Esa es la cuestión y esas son algunas de las incógnitas que dejó el partido.
Y es que todo el estadio vio como Essomba zancadilleaba a Javi Fernández cuya cartulina más apropiada sería la naranja. El mediocentro se levantó con malos humos y se pegó un sprint hasta el colegiado para respirarle en la cara, pero Calzado Aranda sacó solo una amarilla ante la ira de la grada. Un poco más adelante, en el segundo tiempo, Javi Fernández se retiraba lesionado por una dura entrada de Kike Domínguez, pero de nuevo el colegiado provocó la reacción de la grada sin sacar, ni tan siquiera, una amarilla. Y el penalti de Gallego…
En fin, demasiadas jugadas que se quedan en el “y si” y que no justifican la realidad, y la realidad no fue otra que un partido gris y desdibujado del Atlético Tomelloso. Ya en el segundo tiempo, a la hora de partido, Andoni subía el 0-3 con un remate a placer tras un centro medido de Álex Jiménez. Y fue a diez del final cuando Barea maquilló el marcador con un certero cabezazo que sirvió de empujón final y que no se tradujo ni en goles ni en ocasiones.
Al final, los puntos viajaron de vuelta para Socuéllamos y el Atlético Tomelloso solo piensa en pasar cuanto antes de página para centrarse de lleno en el próximo compromiso ante el Manchego de Ciudad Real. No obstante, se gane o se pierda, hay una cosa que está clara; que la afición es un bendito tesoro y que Tomelloso puede presumir de ello con la cabeza bien alta.
