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viernes, 18 abril
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“Camino del Calvario” recorre Tomelloso en una mañana de solemnidad, fe y sol

La procesión del Viernes Santo volvió a emocionar con ocho escenas de la Pasión, en una jornada marcada por el respeto, el buen tiempo y la participación

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El Viernes Santo de Tomelloso ha vivido una de sus procesiones más significativas y multitudinarias con el “Camino del Calvario”, que partió a las 11:00 h desde la Plaza del Arcipreste. Con una mañana espléndida de primavera, marcada por un sol brillante y temperaturas suaves —agradables a la sombra y calurosas al sol—, la ciudad acompañó con respeto el desarrollo de este desfile procesional que narra, paso a paso, los momentos centrales de la Pasión.

El recorrido, extenso, discurrió por las calles Doña Crisanta, Veracruz, Socuéllamos, San Luis, Campo, San José, Ismael de Tomelloso, Prim, Cervantes, Alfonso XII, Campo y finalizó en Plaza de España, convirtiéndose en una auténtica catequesis visual al aire libre.

Una procesión con múltiples escenas de la Pasión

Abrió el cortejo la Cofradía del Santo Sepulcro, con la imagen del Niño Jesús, que representa la inocencia antes del sacrificio. La talla, portada por ocho anderos, fue acompañada por penitentes con túnica blanca, capirote y fajín verde oscuro, portando báculos con pequeñas cruces, en un gesto de humildad que anticipa el drama que se avecina.

A continuación, la Hermandad de la Oración en el Huerto presentó el paso de la Coronación de Espinas, donde Cristo es humillado por los soldados romanos. El paso fue portado a hombros por hermanos vestidos con túnica blanca, capa y fajín en raso rojo, portando el atributo del cáliz como símbolo de su entrega.

Desde la Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles, la Hermandad de Jesús Pobre desfiló con varios pasos: la cruz de guía, el paso de la Flagelación del Señor, la imagen titular de Jesús Pobre (sobre ruedas), y el grupo escultórico de María y San Juan Camino del Calvario. Los cofrades, con túnica cruda, capillo burdeos, cordón franciscano y sandalias marrones, marcaron el ritmo al compás de los tambores de su propia asociación, en una manifestación de sobriedad y sencillez profundamente arraigada en Tomelloso.

La Hermandad de Jesús con la Cruz a Cuestas, fundada en 1987, volvió a impactar con la imagen de Cristo caminando hacia el sacrificio. El paso, portado por una cuadrilla mixta de 28 costaleros, representa a un Jesús sereno que asume el peso de la humanidad. Los penitentes vestían túnica blanca, capa verde y guantes blancos, portando báculos coronados con la cruz y la corona de espinas.

Uno de los momentos más simbólicos llegó con la Hermandad de Jesús del Perdón, que procesionó el paso de Jesús junto a la Verónica con la Santa Faz. Esta escena representa el gesto compasivo de la mujer que enjuga el rostro de Cristo en mitad del sufrimiento. Los hermanos vestían túnica morada, capillo y fajín marfil, guantes blancos y báculos con cruz, acompañando una imagen profundamente humana y emocional.

Cerrando la procesión, la Hermandad de Nuestra Señora del Mayor Dolor ofreció la imagen de la Virgen Dolorosa, obra de Santiago Lara Molina. El paso fue acompañado por una cruz guía de caoba y plata repujada, portada por cuatro anderas. Los penitentes vestían túnica verde botella, capa beige bordada, capillo verde, guantes blancos y calzado negro, dando paso al cierre solemne del cortejo, que fue seguido por autoridades locales y el consiliario.

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Una mañana de recogimiento y testimonio

La procesión del Camino del Calvario es una experiencia que va más allá de lo visual. Es una representación del sufrimiento compartido, del amor llevado hasta las últimas consecuencias. Las calles de Tomelloso acogieron a cientos de personas que, entre aplausos respetuosos y silencios meditativos, fueron testigos de una mañana de fe vivida con intensidad.

El sol de primavera iluminó los rostros de quienes, desde la devoción o la contemplación, encontraron en esta procesión no solo una tradición, sino una llamada a mirar hacia dentro.

Porque en Tomelloso, el Calvario no se sube solo. Se sube acompañado. Y se honra con los pies en la calle.

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