En un entorno cargado de historia y tradición, Lucía Ruibal comparte su evolución artística y personal en una conversación profunda que destapa su alma de artista. Desde uno de los rincones más emblemáticos de Tomelloso, el Museo del Carro, Lucía, originaria del Puerto de Santa María, relata su viaje desde la obediencia infantil hasta su renacimiento como «bailarina salvaje», una etapa de autodescubrimiento y expresión sin filtros.
«Me gusta más que me definan los demás,» comienza Lucía, describiéndose como una persona que, a pesar de su madurez, conserva un espíritu infantil y un profundo amor por la danza y las artes. Este espíritu la llevó a un punto de inflexión en su carrera, una crisis vital que transformó no solo su arte, sino su identidad. «Durante mucho tiempo estuve bailando como los demás esperan que baile… pero hay un momento en el que no me reconozco. Eso me hace replantearme quién soy como persona».
El proceso de transformación de Lucía no fue solo un cambio de técnica o estilo, sino una búsqueda de autenticidad que la llevó a explorar nuevas formas de expresión. El uso de la palabra, específicamente la poesía, se convirtió en un refugio y un nuevo medio para compartir su verdadera esencia. «Escribir en verso me ayudó a contar cómo me sentía… de repente, es como si alcanzara toda mi expresión».
En la conversación también abordó cómo el legado musical y cultural de su familia influyó profundamente en su arte. Hija del reconocido músico y cantautor Javier Ruibal, Lucía creció en un ambiente donde la mezcla cultural era la norma, algo que ve reflejado en su propia evolución artística. «Creo que a mí me influye el haber nacido en la familia en la que he nacido porque he crecido estando en casas, en fiestas en las que han venido artistas de todo tipo… eso se queda de alguna manera en tus vivencias».
El nuevo espectáculo de Lucía, que parece ser una culminación de este viaje personal y artístico, habla de esta crisis y búsqueda de identidad. Describe cómo el flamenco, inicialmente un símbolo de libertad, eventualmente se sintió como otra estructura restrictiva de la que necesitaba liberarse. «No voy solo a buscar otras danzas, voy a buscar mi movimiento innato,» dice, señalando que su estilo no puede clasificarse fácilmente dentro de los confines tradicionales del flamenco.
Lucía, junto al guitarrista José Almarcha, ofrecen este sábado 4 de mayo a las 20:00 horas en el teatro municipal Marcelo Grande su espectáculo «La bailarina Salvaje».