Este domingo de Resurrección, mientras Tomelloso cierra las celebraciones de Semana Santa, sus habitantes son testigos de un espectáculo natural que se ha hecho ya habitual con la llegada de la primavera, e incluso antes: las cigüeñas. Estas aves, que antaño migraban hacia climas más cálidos, han encontrado en las chimeneas en desuso de las antiguas alcoholeras locales, como la emblemática de Vinumar, el refugio perfecto para anidar o simplemente descansar durante sus viajes.
Este fenómeno no solo refleja un cambio en los patrones migratorios de las cigüeñas, influenciado por el cambio climático y la abundancia de alimento en las proximidades urbanas, sino también la reivindicación de la naturaleza sobre estructuras humanas abandonadas. Las cigüeñas de Tomelloso, especialmente observadas después de San Blas, han adaptado sus rituales de apareamiento y crianza a estas nuevas «residencias», encontrando en las alturas de las chimeneas un entorno seguro y propicio .
Las antiguas chimeneas de Tomelloso, parte del patrimonio industrial de la ciudad, se han transformado en símbolos de coexistencia entre la historia humana y la vida salvaje. Al ofrecer un santuario para estas aves, Tomelloso se destaca como un ejemplo de cómo las comunidades pueden integrar la conservación de la naturaleza en el tejido de su desarrollo urbano y cultural. Este fenómeno recalca la importancia de preservar tales estructuras no solo por su valor histórico sino también por su potencial para albergar vida y fomentar la biodiversidad en entornos urbanos.
