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viernes, 20 diciembre
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Fundación Kirira continúa combatiendo la mutilación genital femenina en Kenia

La Fundación Kirira da por finalizada su campaña anual anti-MGF con más de 26.000 participantes en Kuria, Tangulbei y Tharaka

Durante 31 días, la Fundación Kirira, junto a Kirira NGO y un grupo de voluntarios, ha llevado a cabo una campaña intensiva en regiones rurales de Kenia para combatir la mutilación genital femenina (MGF). La campaña ha alcanzado a más de 26.000 personas a través de actividades en más de 100 escuelas y eventos públicos, promoviendo el mensaje: “queremos educación, no mutilación”.

En cada comunidad con la que la ONG manchega trabaja, la realidad es distinta, pero el problema de fondo es el mismo: una tradición profundamente arraigada que continúa afectando a las más jóvenes.

En Kuria, el primer destino de esta campaña 2024, la pobreza extrema y la falta de oportunidades alimentan prácticas como la MGF y el matrimonio infantil. En los últimos años se ha logrado disminuir la tasa de mutilación en un 10 %, sin embargo, alrededor del 80 % de las niñas siguen siendo sometidas a esta práctica. Durante la campaña, la Fundación Kirira reunió a más de 600 personas de 22 centros escolares, en un evento que celebró la educación como la mejor respuesta contra la violencia.

 “Este tipo de movilizaciones, donde la comunidad misma alza la voz, son clave para generar un cambio sostenible y que perdure en el tiempo”, sostiene María Boente, coordinadora de Kirira. En todas las zonas en las que la ONG organiza la campaña anti-mutilación, las niñas y niños, a través de canciones y poemas, expresan su rechazo a la mutilación y otras violencias basadas en el género, mientras líderes comunitarios y autoridades locales reafirman su compromiso con la protección de las menores.

La siguiente parada de la fundación y los voluntarios en la campaña fue Tangulbei, una región marcada por la sequía y la hambruna, donde muchas menores asisten a la escuela no solo para aprender, sino porque es uno de los pocos lugares donde pueden recibir una comida al día. En esta zona, la mutilación se ha reducido en al menos un 40 % desde que comenzaron las campañas de la ONGD. Kirira cuenta en esta zona con 24 clubes anti-ablación, los cuales se visitaron durante la campaña con el apoyo del equipo local y los voluntarios. Más de 700 personas participaron en las actividades de sensibilización, demostrando que, aunque la tradición pesa, el cambio es posible.

Tras el trabajo realizado y debido al alto número de casos detectados, la Fundación está evaluando abrir una línea de apoyo para adolescentes embarazadas que, tras ser madres a edades tempranas, han quedado en situación de vulnerabilidad extrema, buscando así ofrecer un apoyo más integral a la comunidad.

En esta fase de la campaña se contó con el apoyo de un grupo de voluntarios quienes colaboraron en las tareas logísticas de la fundación y contribuyeron con sus habilidades en áreas específicas, como fisioterapia, educación, enfermería… Además, este equipo fue responsable de distribuir más de 500 pares de zapatos a las niñas de las escuelas en Tangulbei, los cuales se adquirieron gracias a la recaudación obtenida a través de una campaña de crowdfunding realizada durante los meses de julio y agosto.

La campaña culminó en Tharaka, donde el panorama es esperanzador. Tras más de 17 años de trabajo continuo, la MGF ha dejado de ser una práctica común. Kirira no da por sentado este logro y continúa su trabajo en la región, enfocándose ahora en otras formas de violencia de género, como el matrimonio infantil y la violencia intrafamiliar. En esta región, se llevaron a cabo marchas y eventos públicos en 7 puntos estratégicos, con la participación de más de 2.500 personas y 51 escuelas, reafirmando el compromiso de la comunidad y las autoridades locales.

Tras la campaña, la Fundación Kirira sigue trabajando en diversas áreas, como la asignación de becas de estudio, la creación de grupos de microcréditos, la mejora de infraestructuras… Todo esto con un objetivo claro: mejorar la calidad de vida de las comunidades y prevenir las violencias basadas en género mediante la educación y el desarrollo social y económico. El esfuerzo colectivo demuestra que, aunque el camino hacia la erradicación de la MGF y otras violencias es largo, es posible avanzar con determinación y esperanza.

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