El Parque Nacional de Cabañeros ha reabierto para el uso público las rutas que quedaron impracticables y tuvieron que ser cerradas como consecuencia de las copiosas lluvias que dejaron a su paso por las provincias de Ciudad Real y Toledo las borrascas Irene y Juan.
Según ha informado el Parque Nacional de Cabañeros en sus redes sociales consultadas por EFE, ya se encuentra practicable en su totalidad la ruta del Boquerón, en Navas de Estena (Ciudad Real), donde han señalado que «ver correr el agua estos días en el río Estena es todo un espectáculo».
También han sido abiertas al público las rutas del Chorro, Chorrera Chica y del Macizo del Rocigalgo, en Los Navalucillos (Toledo), donde es posible volver a practicar el senderismo.
En estas rutas, el parque recomienda precaución en los tramos que presentan humedad y que llevan hasta lugares tan interesantes como las distintas cascadas que estos días bajan con un importante caudal de agua.
La ruta del Boquerón del Estena transcurre por los márgenes del río Estena y en su trayecto se cruza el río por un puente de madera que ahora ha quedado anegado por el agua.
Poco después de empezar la ruta, se cruza también el arroyo del Chorrito, cuya crecida no ha acabado de inundar el puente por el que se cruza la ruta, pero sí ha dejado anegado de agua toda la zona por la que se accede al mismo.
En esta ruta habitualmente los visitantes del Parque Nacional de Cabañeros pueden disfrutar, además de un paisaje de mucha belleza, de la vegetación típica mediterránea, de vegetación asociada a las riberas de los ríos, de árboles de carácter norteño como el tejo o el abedul, de curiosas formas geológicas originadas por la erosión y de huellas de las épocas en las que esta zona estaba cubierta por el mar, hace más de 400 millones de años, como las de un gusano marino gigante
Las rutas del Chorro, Chorrera Chica y del Macizo del Rocigalgo transcurren por las zonas montañosas más altas del parque nacional, en Los Navalucillos.
Se accede a ellas por una cómoda pista que atraviesa un matorral mediterráneo de jara y brezo y, más adelante, el encinar cobra importancia y domina las estribaciones del macizo del Rocigalgo.
Al cruzar por segunda vez el arroyo del Chorro, la proximidad del cauce recuerda que la vegetación de ribera no entiende de climas, y al frescor del valle, se pueden ver especies arbóreas como tejos, acebos y abedules aislados.
Cuando el visitante se adentra en la ruta, se encuentra con una senda de montaña que se abre paso a través de un denso encinar, monte bajo y pedrizas que le llevan hasta una cascada de 18 metros de caída y un pequeño rebollar escondido.
Si se continúa la ruta se puede acceder hasta el Macizo del Rocigalgo, con una altitud de 1.448 metros sobre el nivel del mar, que es la cumbre más elevada de la provincia de Toledo.