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sábado, 28 diciembre
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Almarcha, Guadiana y JahJah llenan de flamenco y emoción la Navidad en Tomelloso

El trío deslumbra con un recital espectacular en el López Torres

El auditorio López Torres de Tomelloso se convirtió anoche en el escenario de una velada inolvidable. José Almarcha, acompañado por el violinista Víctor Guadiana y el pianista André JahJah, ofreció un brillante recital que conquistó al público. La actuación, que también contó con el arte inigualable de la bailaora Lucía Ruibal, sumo un nuevo éxito en la trayectoria del guitarrista tomellosero, que es uno de los referentes actuales del flamenco.

El recital, basado en gran parte en el último disco de Almarcha, Un nuevo paseo, combinó creatividad, virtuosismo y pasión, dejando a los asistentes completamente maravillados. «Gracias a todos los que habéis venido a pesar del frío a acompañarme en este concierto».

Bogas Bus

Una noche cargada de arte y virtuosismo

El concierto comenzó con una rondeña y la obra Mi refugio, temas cargados de sensibilidad que sirvieron para entrar en calor tanto al público como a los artistas. Almarcha continuó con piezas de discos anteriores, como los Tangos de Vinalia de Alejandra, y exploró distintos palos del flamenco, entre ellos la soleá, la guajira y una farruca que dedicó a La Casa del Gallego, un emblemático lugar de la ciudad.

La obra El silencio del tiempo fue otro de los momentos cumbre de la velada, donde el público quedó hipnotizado por el talento al piano de André JahJah, quien actuó descalzo, transmitiendo una conexión única con la música. La actuación alcanzó su máxima expresión con el baile de Lucía Ruibal, cuyo desparpajo y arte llenaron el escenario.

El sello inconfundible de Almarcha

José Almarcha, con su maestría en la guitarra, demostró una vez más por qué es uno de los grandes. Sus rasgueos precisos, trémolos hipnóticos y escalas frenéticas fueron el reflejo de un dominio técnico y emocional difícil de igualar. Entre los temas más destacados de la noche estuvo Raíz y Paloma, que el trío interpretó con una compenetración asombrosa, y la balada Tiám, dedicada al público presente.

El recital culminó con una ovación del público, que abarrotó el auditorio y se mostró entregado durante toda la actuación.

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