Antes de la crónica del gran concierto de anoche, déjenme contar lo siguiente:
En el año 96, el grupo cordobés que tocó anoche en Tomelloso publicó un álbum en directo bajo el título A toda esa gente.
En formato de doble casete, lo más utilizado en la época, ese disco llegó a mis manos. Dudo si fue un autorregalo de feria con mis ahorros, comprado en un puesto-furgón que venía en aquellos años, o si lo adquirí en el mercado de los lunes, donde también solían acudir fielmente a vender, creo que un matrimonio. Fue la primera casete original que me compré, y esas cosas no se olvidan.
Ese disco en vivo, probablemente el único que había escuchado hasta entonces en esa modalidad, me pareció alucinante, tanto que me lo ponía una y otra vez en el walkman con mis cascos, y con una antigua raqueta de madera, cual guitarra eléctrica, imitaba en modo playback cada una de las letras, incluyendo todos los comentarios de Manuel Martínez, cantante de la banda, entre canción y canción.
Desde entonces soñaba con verlos en directo en el parque de la Constitución o en la plaza de toros de Tomelloso, y deseaba que su nombre apareciese en las páginas de El Periódico de El Común de La Mancha como actuación para la próxima feria. Pero eso nunca sucedía.
Hasta casi 30 años después, cuando, siendo sincero, ya les había perdido la pista y no sabía por dónde iba el devenir de esta histórica banda rockera, más allá de saber que seguían sacando discos y girando por toda España. Aunque yo, de vez en cuando, vuelvo a escuchar ese disco que me trae grandes recuerdos con la ayuda del moderno Spotify, para rememorar esos temazos que aún me sé de “pe a pa”. Por desgracia, no sé si conservo el formato original, pero en algún rincón escondido deben estar las casetes y, quizá, algún dispositivo donde se puedan volver a escuchar. Sería un auténtico tesoro.
Y volviendo al presente, tras esta batallita personal, ayer, por fin, escuchamos «Necesito respirar», A toda esa gente y muchos más clásicos del rock metal patrio en Tomelloso, y confirmamos que siguen siendo auténticos cracks de los escenarios, y que Manuel sigue con su magnífica y genuina voz. La banda sigue en forma, como siempre ha sido, y nos deleitaron con un auténtico espectáculo de casi dos horas.
El sueño eterno es su último LP, y sigue con la esencia del rock andaluz tan característico de Medina Azahara: letras de amor, desamor y con conciencia social, como desde sus inicios. Muchas de estas sonaron en el anexo del Paco Gálvez. Me quedo con «Hijos de la guerra» y la alegre «Todo el mundo en pie», junto a los grandes clásicos de la formación por los que no pasan los años. Paco Ventura (guitarra), con un gran manejo de las seis cuerdas; Manuel Ibáñez (teclados); y el mítico Manuel Martínez a la voz, acompañados de algunos miembros más en esta nueva etapa como Álvaro Coronado (bajo) y Fernando Prats (batería), demostraron que son unos músicos en toda regla y que la magia del rock sigue presente en todos y cada uno de sus conciertos, que este verano son muchos.
«Sed felices esta noche y soñad / Rompamos las cadenas y volad / Hay que gritar al mundo la verdad / Que libre es el viento y nada más».
Pues eso, ayer unas 1700 personas fuimos felices y olvidamos nuestros problemas escuchando en vivo a unos históricos de la música rock nacional, que llevan nada más y nada menos que 45 años haciendo felices a la gente con sus canciones y melodías. ¡Gracias, Medina!
