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viernes, 20 diciembre
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El paradigma de Tomelloso —menos lamento, más trabajo y humor— aplicado en toda España haría del país una potencia mundial

Pregón de Bieito Rubido en la Feria de Tomelloso 2024

Querido alcalde, excelentísimo señor don Javier Navarro, excelentísimo presidente de la Diputación, Miguel Ángel Valverde, Alejandro Ramírez, presidente de la Hermandad de la Virgen de las Viñas, Jaime Quevedo, compañero y anterior pregonero, representantes de los grupos municipales del PP, Vox, PSOE, madrinas y padrinos del año pasado y de este año, ciudadanos de Tomelloso, tomelloseros todos, visitantes, veraneantes, forasteros e invitados también, amigos y amigas, señoras y señores:

El alcalde de Tomelloso, don Javier Navarro Muelas, me encarga cumplir con la tradición de anunciar el inicio de las fiestas en honor a la patrona, la Santísima Virgen de las Viñas. Es un encargo que hago con enorme satisfacción, por muchas razones, pero especialmente porque hoy Tomelloso es uno de los mejores ejemplos de la España luminosa. Un pueblo enraizado en plena llanura de La Mancha, que se ha convertido en una realidad brillante al superar obstáculos geográficos y climáticos, logrando posicionarse como una comunidad pujante sin renunciar un ápice a su acusada personalidad. Un pueblo agrícola que forma parte del mayor viñedo del mundo, que son las tierras que lo rodean. Un pueblo solidario y a la vanguardia, que no renuncia a nada, y menos a su historia, una historia digna de admiración, como ahora contaré.

Bogas Bus

Mi primera obligación como pregonero es pediros, ciudadanos de Tomelloso, que seáis felices. No por obligación, sino por voluntad propia y libre. Los pueblos felices son mejores, y pocos tienen más sentido del humor que Tomelloso, que incluso en la sana rivalidad del humor ha sabido hermanarse con Lepe. De hecho, se asegura que, hoy en día, los mejores humoristas profesionales de España proceden de La Mancha. Los pueblos felices son también más prósperos. Os invito, por tanto, en estas fiestas, a la alegría. La alegría, amigos míos, es uno de los tesoros de los hijos de la tierra. Que suene la música, comience la fiesta y que se desborde la alegría para que, con ella, matemos las penas. No hay fiesta sin música y sin vino, y en Tomelloso no puede faltar el vino, porque donde hay vino, hay talento. Además, aquí en Tomelloso, el vino se convierte en pan, el pan que representa la fértil economía del viñedo.

Hay que sentirse orgulloso —y sé que vosotros lo estáis— de haber convertido esta tierra en un referente mundial en el ámbito vinícola. No en vano, la Cooperativa Virgen de las Viñas es la mayor cooperativa de toda Europa, y Tomelloso es el lugar en el mundo donde más alcohol se produce. La relación de Tomelloso con el vino viene de muy lejos, pero no me voy a perder en los recovecos de la memoria. Sin embargo, sí recordaré el ímprobo trabajo que vuestros antepasados realizaron a principios del siglo XX, excavando bajo sus casas más de dos mil cuevas para crear un espacio adecuado que permitiera proteger y conservar la imponente producción de vino que ya se alcanzaba en aquella época.

Como dije al principio, donde hay vino, hay talento. Y ya lo creo que sí. Aquí el talento brota por los poros de las frentes ilustres de esta ciudad y su tierra. A vuestro sentido del humor se suman las sentidas y cinceladas palabras de poetas tan notables como Eladio Cabañero López o Dionisio Cañas. ¡Cuántas emociones se desbordan en su lírica! Y cómo supieron cantar sus raíces con la palabra justa, con belleza, y a veces con palabras también descarnadas. Hay talento también en Francisco García Pavón, quien creó al Sherlock Holmes español, la inolvidable figura de Plinio, que recorría y desentrañaba los vericuetos del crimen en paisajes tan singulares y de tanta personalidad distinguida. El mismo talento que llevó al mejor pintor vivo del mundo, Antonio López García, hijo de esta tierra y heredero de una tradición pictórica que ya adelantaron nombres como Francisco Carretero Cepeda o Antonio López Torres, tío del primero e introductor de su sobrino en la belleza del arte.

Donde hay vino, hay talento. Lo dije antes y lo repito ahora: talento para crear una arquitectura propia, como los bombos, que han permitido a los pastores resolver tantos problemas y necesidades. Esos bombos son los iglús manchegos, una arquitectura rústica que embellece el campo tomellosero y resuelve cuestiones como protegerse del frío o del calor. Donde hay vino, hay talento para lograr que en Tomelloso se hagan, se cocinen y se produzcan las mejores pizzas del mundo. Ya andan los de la Universidad de Nápoles queriendo saber cómo «Marquina» se convirtió en «Marquinetti» y por qué las mejores pizzas se comen en Tomelloso.

Donde hay vino, hay talento para que las bodegas Peinado llegaran a ser las únicas en el mundo en obtener el permiso, la bendición y el apoyo de los franceses para producir un coñac con denominación de origen propio. Un coñac que levantó el ánimo de grandes figuras del arte, hasta el punto de que el propio Alfonso XIII lamentaba no recibir más botellas del coñac Peinado.

Sois, amigos de Tomelloso, un ejemplo de emprendimiento. Si en España se imitara más a Tomelloso, si se tomara como referencia lo que aquí hacéis, España sería una potencia mundial. Hay que exportar el paradigma de Tomelloso: la combinación perfecta entre trabajo y buen humor.

Torre de Gazate Airén

Tenéis, queridos amigos, muchas razones para sentiros orgullosos, muchas razones para estar alegres, para celebrar las fiestas. Me he permitido elaborar una fórmula para que los festejos en honor a la Virgen de las Viñas no defrauden. Tomad nota: es como un cóctel, el cóctel tomellosero de la buena y sana diversión, con una fórmula mágica compuesta por una gran dosis de alegría, un poco de música, no mucha comida, mucha familia, un toque de cultura, respeto a las tradiciones, todos los amigos posibles, inspiración religiosa en la Virgen de las Viñas y mucho amor. Con esa fórmula triunfaremos.

Las tradiciones, queridos tomelloseros, hay que mantenerlas. La tradición nos conecta con nuestros padres y abuelos. Es el homenaje que rendimos a quienes nos antecedieron, a quienes hoy no están y les hubiera gustado ver cómo sus hijos, nietos y descendientes celebran a la Virgen de las Viñas. La tradición es esto: estar aquí, hablando y escuchando en un acto de civilización. Han tenido que pasar miles de años para que los humanos entendiéramos la fiesta como cultura, como cultivo de nuestra personalidad. La tradición de la Virgen de las Viñas, en plena vendimia, es única. Algún antepasado vuestro decidió que este era el lugar para quedarse, para echar raíces en esta hermosa y mágica ciudad, e insistió en que este era el lugar digno de organizarse y convertirse en un gran pueblo. Y aquí estamos, rindiendo homenaje a una tradición, pregonándola a los cuatro vientos, que tras el esfuerzo de todo el año y antes de volver a la tarea de reconfirmar a Tomelloso como el lugar que más vino produce en el mundo, llega la fiesta: música, comida, familia, cultura, tradiciones y amigos. La amistad es la otra religión. La fiesta no se entiende sin los amigos.

No puedo pasar esta oportunidad que tanto agradezco al Ayuntamiento de Tomelloso y a su alcalde, sin hacer una mención a la amistad. Supongo que muchos de los que estáis aquí habéis invitado a algún amigo a pasar las fiestas patronales. Es una vieja tradición en España que adquiere rango de categoría. Yo ya me siento un amigo más de Tomelloso. Me habéis invitado a vuestra fiesta, no a cualquier fiesta y no de cualquier manera. Me habéis dado la oportunidad de cantar, anunciar, pregonar y atender uno de los grandes días de vuestro calendario, y me siento muy orgulloso. También siento la necesidad de insistiros en que abráis vuestras puertas a los amigos. No hagáis como algunos en un pueblo de mi tierra gallega que muestran malestar porque vienen los de Madrid. No pongamos puertas al campo, no limitemos la capacidad de Tomelloso para acoger a cuantos más, mejor. Invitemos a los amigos a comer. Cuando un amigo te quiere de verdad, te deja entrar en su cocina. Los versos de Eladio Caballero nos ayudan a entender ese concepto de la comida y la amistad en Tomelloso. Decía él: «Ponerse el pan sobre la mesa, junto al vaso de agua, ponerlo con solemne esmero sobre la mesa, mientras el sol dora el mantel hilo a hilo, y decir a los tuyos que se sienten a rezar el Padre Nuestro de la comida en paz». Y eso es lo que también os invito: que la fiesta sea una fiesta en paz.

España, amigos, es un gran país, uno de los mejores del mundo, y eso es gracias a pueblos como Tomelloso, donde la gente, día a día, va formando ese concepto de sociedad libre y en paz. No entiendo a esos que odian a España. No es política lo que digo, es civilización, cultura y progreso. Los hombres somos mejores cuando nos entendemos entre nosotros, pero también cuando logramos explicar nuestra historia y la sangre de donde procedemos. Esa combinación de amistad, alegría, música, vino, comida, tradiciones y fe es lo que convierte estas fechas en memorables.

Va siendo hora de que los españoles católicos y modernos no nos avergoncemos de nuestra fe. No lo haré hoy. El sentido de las fiestas en todos los pueblos del occidente europeo tiene su origen en el santoral de la religión católica. Por eso no podemos pasar por alto nuestra reverencia y homenaje a la patrona de esta ciudad, la Virgen de las Viñas. El respeto mutuo nos debe llevar a ella. Además, Tomelloso puede tener pronto su propio beato, porque está en marcha la beatificación de Ismael de Tomelloso, quien probablemente sea el primer santo de la ciudad.

El respeto mutuo debe acompañarnos para ser buenos ciudadanos más allá de las ideas. Os felicito también por vuestra apuesta por la cultura. Tomelloso, que cada vez suena más por su pujanza económica, es un lugar donde la cultura destaca. Este es un pueblo especialmente culto, cuna de notables personajes en el mundo de las letras y las artes. Y os felicito también por la fiesta de los toros, por reivindicar los toros como parte de la cultura de nuestro país. Envidio que podáis ver a Morante, y lamento no poder estar ese día.

La fiesta debe servir para unirnos. Dejemos a un lado nuestras diferencias y unámonos en la alegría, porque, como dije al principio, es uno de los tesoros de los hijos de la tierra. Que nadie nos robe nuestro orgullo de pertenencia. Somos lo que somos gracias a nuestros padres y antepasados, que dejaron su huella y labraron con su esfuerzo esta tierra. Si la gratitud es la madre de todas las virtudes, recordemos en este momento a quienes nos antecedieron y ya no pueden estar con nosotros.

Termino, amigos de Tomelloso, pero no sin hablar de amor. Ya lo dejó escrito San Pablo: «Podéis hablar todas las lenguas, pero si no tenéis amor, no sois nada». El amor también lo conocí en estas tierras, pero los remolinos del tiempo alejaron aquellos recuerdos juveniles. En las fiestas siempre se cuela un halo de nostalgia, pero también son una oportunidad para manifestar la expresión más noble de la condición humana: el amor.

Concluyo deseándoos felicidad a todos, recordando la fórmula mágica que os propuse: alegría desbordante, mucha música, no mucha comida, vino en su justa medida, mucha familia, cultura cuando se necesite, respeto a las tradiciones, todos los amigos posibles, inspiración religiosa y mucho amor. Levanto, por tanto, la primera copa de estas fiestas patronales en honor a la Virgen de las Viñas. ¡Ya pueden comenzar! ¡Felices fiestas! Y cuando digo «¡Viva Tomelloso!» digo también «¡Viva España!».

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