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sábado, 21 diciembre
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10 pasos de Semana Santa que debes dar en la Ruta del Vino de La Mancha

Esta Semana Santa, la tradición es venir a la Ruta del Vino de La Mancha

Porque la Semana Santa es tiempo de descanso, pero también de tradición, la Ruta del Vino de La Mancha se convierte en un destino perfecto para estas vacaciones. En la llanura manchega comienzan a brotar las primeras hojas en los viñedos y los cereales ya cogen color y fuerza para la siega. El campo está en su mejor época y es el momento perfecto para disfrutar del paisaje y recorrer las diez paradas de la Ruta del Vino de La Mancha.

En cualquiera de ellas, buen vino, buena gastronomía y la serenidad de saberse en La Mancha. Tierra de hidalgos, de molinos, de cuevas y tinajas gigantes. Estos son los diez mejores pasos a dar esta Semana Santa y están en la Ruta del Vino de La Mancha.

1.-Campo de Criptana: cinco siglos de fervor en Tierra de Gigantes
Declarada de Interés Turístico Regional en 2008, la Semana Santa criptanense es una de las señas de identidad del pueblo molinero. Una tradición con más de cinco siglos de antigüedad y enorme arraigo entre la población en la que la música es protagonista en cada estación de penitencia. Compartir la energía de estos días es uno de los atractivos de esta parada de la Ruta. La magia aquí es única. Perderse por el Barrio del Albaicín, ver el atardecer sobre la Sierra de los Molinos y observar las aves en los humedales son algunos de los mejores planes para desconectar. Gastronomía manchega y vinos del mayor viñedo del mundo, el mejor aliciente.

2.-Villarrobledo: una Semana Santa de tradición y profundas raíces vitivinícolas
Declarada de Interés Turístico Regional, la Semana Santa de Villarrobledo (sXVI) es la excusa perfecta para acercarse a esta parada de la Ruta del Vino de La Mancha, donde tradición y devoción atraen al público en torno a procesiones como la del ‘Santo Entierro’ del Viernes Santo o la del Cristo Yacente, obra del escultor Vicente Tena, por la que obtuvo el Premio Nacional de Escultura. Procesiones aparte, 30.000 hectáreas de viñedo convierten a esta ciudad en el mayor productor de vino y uva del mundo, por lo que sus restaurantes y bodegas son el lugar perfecto para dar buena cuenta de su buen hacer en la viticultura. Para ahondar en sus raíces, nada mejor que visitar el Centro de Interpretación de la Alfarería Tinajera. Aquí descubrirás por qué este rincón de Albacete es un referente mundial en la creación de tinajas de barro: cuatro siglos almacenando y elaborando vino en ellas le avalan.

3.-Villarrubia de los Ojos: pasos de Semana Santa entre viñedos y olivares
Entre olivares y viñedos se encuentra esta parada de la Ruta. Los orígenes de su Semana Santa se remontan al siglo XVII y desde 2014 es Fiesta de Interés Turístico Regional. Sus procesiones de ‘La oración en el Huerto’ y el ‘Santo Entierro’ con sus ‘amortajadas’ (mujeres con ropajes fúnebres antiguos) el Jueves y Viernes Santo, reúnen cada año a miles de personas en la localidad, si bien no es religioso el único motivo que atrapa de Villarrubia de los Ojos. Pasear por sus calles es ser testigo de su historia. Su Museo Etnográfico y un entorno natural por el que perderse son planes ineludibles si llegas hasta este municipio llamado por la fama de sus magníficos vinos y la posibilidad de degustar la mejor cocina manchega.

4.-La Solana: a un paso de la vida de antes
Tierra de vinos conocida como ‘Faro de La Mancha’, presume desde hace años de celebrar una Semana Santa que atrae el interés de muchos viajeros que llegan a La Solana buscando autenticidad. La procesión de Jesús Rescatado (Viernes) es uno de sus principales reclamos en estos días, si bien esta parada de la Ruta del Vino de La Mancha tiene mucho que ofrecer a los amantes del vino y del encanto manchego. Desde su Plaza Mayor (siglo XVI) con su Iglesia de Santa Catalina, a la casa de la Encomienda o la ermita de San Sebastián, pasear por las calles solaneras y sentarse en sus plazas es desconectar del estrés y tomar contacto con la vida de antes: charlar, saborear un buen potaje y disfrutar del mejor vino.

5.-Alcázar de San Juan: unos días de gachas y catas de vino
Situada en el corazón de La Mancha, respira Historia por los cuatro costados. Desde sus molinos de viento al Complejo palacial del Gran Prior, no sin mencionar el Museo del Hidalgo. Otra visita recomendable es el Centro de Interpretación del Vino, que acoge además la sede de la DO de La Mancha. Y si el vino es lo que te trae hasta aquí, el 16 de marzo se celebra el XIII Concurso de Vinos Tierra del Quijote ‘1000 no se equivocan’, por lo que habrá oportunidad de compartir impresiones con grandes expertos. Si además eres un amante de la gastronomía popular manchega estás de suerte, porque el 15 y 16 de marzo se celebrará además el Gachas Fest.

6.-El Toboso: la tranquilidad de La Mancha
La calma en sus calles y su belleza indiscutiblemente manchega caracteriza a esta parada de la Ruta del Vino de La Mancha en su paso por Toledo. Dedicarle un par de días para disfrutar de la arquitectura de sus patios, escondidos tras fachadas señoriales, sin duda merece la pena. Las plazas llenas de guiños al Quijote, el convento de las Clarisas donde hacerse con unos caprichos o pelusas (dulces típicos) o sus museos, como el Cervantino o la Casa de Dulcinea, son una oportunidad para conocer la historia de esta localidad que conserva con mimo y cuidado capítulos de gran relevancia como los que Cervantes dedica a ensalzar el vino y la gastronomía de este lugar. No puedes venir y no probar los famosos duelos y quebrantos.

7.- La Borriquilla recorre las cervantinas calles de Argamasilla de Alba
En este rincón de Ciudad Real la tradición se da la mano con todo: gastronomía, enoturismo, naturaleza, lo que convierte a esta parada de la Ruta del Vino de La Mancha en un lugar perfecto para desconectar unos días. Si coinciden con la Semana Santa, mejor: Argamasilla de Alba la vive con devoción y este año estrena además la imagen de la Borriquilla, que se suma a la del Cristo de la Merced (sXVII), que procesiona el Martes Santo. Un plan que combina a la perfección con una visita a la Cueva de Medrano y un paseo al Castillo de Peñarroya; una fortaleza del siglo XII que sirve de entrada al Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.

8.-Socuéllamos: buen vino y buena gastronomía manchega
Conocida como la ‘Patria del Vino‘, es perfecta para disfrutar de unos días de descanso en Semana Santa. Su Plaza de la Constitución es un hervidero de planes en torno a lo mejor que tiene la ciudad: el vino y la gastronomía, por lo que dejarse llevar por el ritmo de este rincón de Ciudad Real resulta inevitable. En los alrededores, un viñedo inmenso en el que sorprenden los chozos a los lados de cada sendero y las numerosas bodegas que lo trabajan; en el casco urbano, su Casa de la Encomienda, el Centro de Arte Carmen Arias y el lugar al que siempre volverás: el Museo Torre del Vino. Con amigos, en familia, con los más pequeños, la Torre del Vino es un museo vivo en el que nunca dejas de aprender sobre la cultura del vino. Hay talleres, catas, degustaciones y la visita es muy interactiva, lo que hace las delicias de grandes y pequeños.

9.-Tomelloso: el Silencio procesiona sobre 2.500 cuevas-bodega
La sobriedad define la Semana Santa en Tomelloso, cuya Procesión del Silencio reúne en la madrugada del Sábado Santo a miles de amantes de las tradiciones. Un silencio sobrecogedor acompaña a los penitentes en su camino cargando cruces y arrastrando cadenas. Un silencio que contrasta con la vida que agita este rincón de Ciudad Real, famoso por su ciudad subterránea del vino que esconde hasta 2.200 cuevas-bodega. El mejor motivo para venir, pero no el único. En Tomelloso asoman chimeneas como rascacielos por toda la ciudad y puedes disfrutar del Realismo en el Museo Antonio López Torres. Completar el viaje con una visita a una de las mayores bodegas del mundo (Virgen de las Viñas), es saberse en la Ruta del Vino de La Mancha.

10.-Pedro Muñoz: el encanto manchego
La Semana Santa es la antesala perfecta para la Cuna del Mayo Manchego. Tiempo de fe y mucha tradición en esta parada de la Ruta en Ciudad Real. Su casco urbano invita a descubrir las curiosidades que esconde cada muro, como el de la Casa de la Paca (sXVIII); una casa solariega que se roba las miradas de los viajeros por la belleza no solo de su fachada, sino también de su interior. El espacio Quixote Box y la Fábrica de Harinas son otros dos de los puntos más visitados de la localidad, donde la visita no queda completa sin degustar los vinos de la tierra. Para amantes de la naturaleza, la Laguna del Pueblo es la mejor mirada a la ‘Mancha Húmeda’.

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