La disfagia (dificultad de grado variable para tragar alimentos sólidos y líquidos) es el síntoma más común en los pacientes con esofagitis eosinofílica a partir de los 12 años, y su frecuencia aumenta en la edad adulta, alcanzando al 84 por ciento en los pacientes diagnosticados a partir de los 60 años.
Así se refleja en un estudio en el que han participado 35 investigadores de cuatro países pertenecientes al ‘European Consortium for Eosinophilic Disesases ot the Gastrointestinal Tract (EUREOS)’, coordinados por su presidente, Alfredo J. Lucendo, jefe de Sección de Aparato Digestivo del Hospital de Tomelloso (Ciudad Real).
La investigación ha analizado datos de 1.300 pacientes para comparar las características de la enfermedad en niños y adultos y se ha presentado con motivo del día europeo de la enfermedad, que tiene lugar este lunes.
La esofagitis eosinofílica es una enfermedad crónica mediada por el sistema inmune que provoca una inflamación del esófago tras su exposición a diferentes componentes de la dieta o, en menor medida, del ambiente. Así, representa la principal causa de disfagia e impactación de alimentos en niños y en adultos jóvenes.
Sus síntomas son complejos y varían ampliamente con la edad de los pacientes, de manera que, en los niños más pequeños, causa principalmente náuseas y vómitos, dolor torácico o abdominal, alimentación lenta, aversión a la comida y, en ocasiones, pérdida de peso. En contraste, la disfagia, la impactación de alimentos en esófago (atragantamientos) y la acidez esofágica son síntomas significativamente más comunes entre los adultos.
El doctor Alfredo J. Lucendo explica que la disfagia, como principal manifestación clínica de esta enfermedad, «es una sensación subjetiva manifestada como dificultad o molestia al tragar y, en el caso de la esofagitis eosinofílica, puede originarse por una reducción del calibre del esófago, o por diversos trastornos motores».
A su juicio, aún se necesita «mucha concienciación» a los médicos de todos los niveles asistenciales y las autoridades sanitarias sobre la importancia de la disfagia y la necesidad de reconocer esta enfermedad como la principal causa de disfagia en niños y adultos hasta los 50 años.
Por ello, Lucendo ha reclamado mayor inversión en investigación para la esofagitis eosinofílica. «No es aceptable que, tras 30 años desde la descripción de la enfermedad, solo contemos con un fármaco aprobado para tratarla, y restringido a algunos pacientes adultos que reúnen ciertas características un tanto arbitrarias definidas por el Ministerio de Sanidad», ha apuntado.
VARIOS AÑOS PARA TENER UN DIAGNÓSTICO
El estudio describe que el tiempo de retraso diagnóstico de la esofagitis eosinofílica en adultos es el doble que en menores y adolescentes.
Concretamente, mientras el tiempo de diagnóstico de los pacientes pediátricos está alrededor de 30 meses (2,5 años), en los adultos este retraso puede llegar a los 62 meses (5 años).
No obstante, también se especifica en el estudio que esta demora se ha reducido en la mayoría de los centros de Europa a la mitad durante la última década, según los datos aportados por la red de investigadores de EUREOS.
Por su parte, la presidenta de la Asociación de Pacientes de Esofagitis Eosinofílica (Aedeseo), Miriam Espinosa, manifiesta que «para el paciente con EOE, el momento de la comida se convierte en una situación asociada al miedo, incertidumbre, dolor y finalmente sufrimiento, al tener dificultad o no poder comer muchos alimentos».
«La persona se siente, muchas veces, limitada y aislada, ya que las actividades sociales y familiares suelen estar centradas en la comida. La oscuridad que supone todo lo relacionado con la comida puede ser abrumadora, llevando, muchas veces, a una sensación de tristeza y depresión», ha advertido.