La localidad de Tomelloso, en Ciudad Real, se vistió de gala para acoger una tarde-noche de toreo que rozó la perfección. El rejoneador Diego Ventura, junto a los diestros Miguel Ángel Perera y Antonio Linares, se convirtieron en los grandes protagonistas de la jornada, cosechando un total de ocho orejas y dos rabos, en una demostración de arte y destreza taurina.
La ausencia de Morante de la Puebla, debido a una recaída en su lesión, abrió la puerta a Miguel Ángel Perera para que tomara su lugar. Esta sustitución no desanimó a los aficionados, al contrario, la taquilla no registró una avalancha de devoluciones. De hecho, la expectación fue tal que muchos se apresuraron a adquirir sus entradas justo minutos antes del inicio, logrando ocupar casi tres cuartos del aforo de la plaza.
Diego Ventura tuvo la responsabilidad de enfrentarse a dos toros de la prestigiosa ganadería de Bohórquez. El primer toro, aunque mostró cierta flojedad, no fue impedimento para que Ventura, con su experiencia y maestría, lograra cortar una oreja. Pero el verdadero espectáculo llegó con el cuarto toro. Ventura, en una actuación magistral, se llevó dos orejas y un rabo, dejando claro por qué es uno de los rejoneadores más destacados del circuito.
Por su parte, Miguel Ángel Perera tuvo el desafío de lidiar con toros del hierro de Carlos Núñez. El segundo toro, de naturaleza complicada, no pudo opacar el talento de Perera, quien logró cortar una oreja. Pero el momento cumbre para el diestro llegó con el cuarto toro de la tarde. En una faena donde tanto toro como torero se entregaron al máximo, Perera se alzó con dos orejas y un rabo. Este toro, además, recibió las ovaciones del público, siendo premiado con una vuelta al ruedo, en reconocimiento a su bravura.
Antonio Linares, el diestro local, no se quedó atrás y demostró por qué es uno de los favoritos del público de Tomelloso. Su enfrentamiento con el tercero de la tarde, un toro imponente y más grande que sus hermanos, fue una muestra de técnica y pasión. Linares, con una faena preciosista y entregada, logró cortar dos orejas. Sin embargo, la noche le presentó un reto con el último toro. A pesar de una faena magistral, un desafortunado descabello empañó lo que podría haber sido un triunfo rotundo. A pesar de este contratiempo, la habilidad y clase de Linares fueron evidentes y aplaudidas por todos.
La plaza, con un ambiente efervescente, registró casi tres cuartos de entrada. La lidia se extendió hasta cerca de las 22:50.