Son muchas las ocasiones en las que nos podemos sentir que nos falta algo o alguien para dar el paso hacia algo más grande, quizá carezcamos del valor suficiente en ese momento, o tal vez nos falte esa palmadita en el hombro y esas palabras de: “no te preocupes, caer no es el final del camino”. Cuando tuve la oportunidad de hablar con la patinadora Inmaculada García, noté en sus ojos y en su forma de expresarse que la joven tomellosera carecía de miedo, tenía claro lo que quería conseguir con este deporte y sabía que siempre estaría ahí su madre para apoyarla.
Los primeros pasos de Inmaculada García con el patinaje
El día de hoy os hablaré de esta joven patinadora a la que no le tembló el pulso cuando me dijo: “tengo claro que quiero llegar a lo más alto en el mundo del patinaje”, una tomellosera que empezó en el mundo del patinaje gracias a su madre, la cual le inculcó desde muy pequeña la curiosidad por aprender y las ganas de auto superarse día tras día. Inmaculada García no comenzó su travesía en el patinaje en el Club Roller Skate, sino en su calle particular, donde practicaba constantemente para tener una base sólida, “quería demostrar que tenía la confianza suficiente para poder patinar por mí misma y la capacidad para aprender nuevos movimientos”.
Una vez lista, la joven patinadora se introdujo en el Club Roller Skate de Tomelloso, un club que “parecía una gran familia, con personas que eran muy cercanas y que me generaron aspiraciones de autosuperación con cada actividad que realizábamos”. Poco a poco, García fue probando las diferentes modalidades de este deporte hasta que se encontró a gusto con el derrape y los saltos, “eran dos modalidades que eran fácil de compaginar inicialmente”. Sin embargo, cuando la patinadora empezó a participar en sus primeras competiciones se acabó decantando más por el derrape, “sentí que en esta categoría tenía un mayor margen de mejora, aunque no descarto volver en un futuro volver a otras modalidades e incluso probar otras nuevas como el slalom, que me parece muy interesante”.
Con el tiempo y gracias a participar en competiciones internacionales, Inmaculada García pasó de tener el patinaje como un hobby al que le dedicaba más tiempo de lo normal, a una pasión deportiva que le hizo querer convertirse en la mejor. Como bien destaca la tomellosera: “cuando pude competir con patinadores de todo el mundo, me di cuenta de cómo eran estos deportistas y la pasión con la que practicaban este deporte, así que decidí que mi objetivo sería estar a su mismo nivel e incluso superarlos”.
Inmaculada García, una deportista de élite
Tras el paso de la pandemia, García decidió poner a prueba cuáles eran sus límites con competiciones como la de París del año pasado, “ahí vieron tanto mis padres como yo, que tenía la ganas y la pasión suficiente como para querer convertir el patinaje en mi deporte estrella”. A raíz de este evento, la patinadora ha continuado mejorando, explotando sus capacidades y consiguiendo tener un estilo propio, “se que todavía tengo mucho margen de mejora, pero quiero demostrarle a la selección española el año que viene que puede contar conmigo”.
No obstante, Inmaculada García está mentalizada de que el fracaso en una competición siempre está ahí, pero no es algo que la paralice. La patinadora tiene claro que: “cuando salgo a competir, salgo principalmente a divertirme y a pasármelo bien, y sé que puedo hacer un mal derrape o que los nervios me pueden jugar una mala pasada, pero esto no me asusta porque sé que una derrota en un torneo no va a definir toda mi carrera deportiva”.
Ya a escasas semanas de la última competición de esta temporada, la joven tomellosera está decidida a pasárselo bien y a centrarse en el año que viene, “quiero asistir a la mayor cantidad de competiciones posibles sin dejar de lado los estudios, claro está”. Y es que aparte de ser una deportista de élite, Inmaculada García es una universitaria hecha y derecha que está aprendiendo la profesión de enfermería en Toledo, una carrera que, pese a su gran complejidad, le deja pequeños ratos libres para practicar su pasión, el patinaje y los derrapes.
Concluyendo ya esta entrevista, la joven patinadora no ha querido dejar pasar la ocasión para darle las gracias a sus padres, especialmente a su madre, que ha sido su gran apoyo en este deporte y a la que le debe prácticamente todo, “de no ser por ella nunca habría entrado en el mundo del patinaje”. También ha querido agradecer la gran labor de Iván Ramírez, Leo González y Enrique Rubio, prácticamente sus maestros y los encargados de pulir este diamante en bruto. Y por último, estaría Clara Serna, su compañera del Club Roller Skate, su amiga y prácticamente su hermana de patines, aquella con la que lo dio todo en el European Inline Freestyle representando a España.