Joaquín Acedo está de vuelta en Tomelloso. El conocido bombero ya jubilado emprendió el pasado jueves un viaje exprés a Turquía junto a dos amigos para colaborar en las labores de rescate tras la tragedia del terremoto que tuvo lugar en Turquía y Siria el pasado 6 de febrero. Todo este viaje ha sido gracias a la aportación económica de Bodegas Glomol de Tomelloso.
Sus compañeros han sido dos policías municipales de Palma de Mallorca, Antonio Izquierdo y Manuel Sánchez, quienes tenían más problemas que Acedo para realizar este viaje al estar en activo. Izquierdo se encargó de los vuelos y los visados, aunque se apoyaron en las gestiones realizadas a través del grupo de bomberos Acción Norte, de Zamora. No habrían podido viajar individualmente al necesitar permiso de trabajo. Sánchez se encargó de hablar con las empresas de Mallorca y Acedo con las de Tomelloso, no obteniendo respuesta alguna hasta la aparición de Glomol.
«Esto no es como lo de Ucrania, donde daba igual llegar un día antes o un día después. En un terremoto los 5 primeros días son los días vitales. Sacarán a muchos después, pero a -5ºC de temperatura no hay mucha esperanza más», comenta Acedo sobre las prisas del viaje. Entonces, Pedro Márquez, encargado de Bodegas Glomol, le ofreció la aportación económica para emprender este viaje.
Antonio y Manuel explican cómo gestionaron su viaje: «Tuvimos que pedirle permiso al jefe a través de un correo electrónico, y este, a su vez, a su superiora. Nos concedieron los días e incluso nos dejaron ir con identificación de la Policía Local». Ellos, además, tenían el problema de tener que desplazarse a Madrid en avión, lo que aumentaba el precio del viaje. Ambos también acompañaron a Joaquín Acedo en su viaje a Ucrania en 2022.
Los dos policías tenían un contacto en Turquía que les gestionó un avión militar que les recogería en Estambul y los llevaría al lugar donde más hiciera falta su ayuda. «Al llegar a Estambul tuvimos que esperar a otros grupos y eso retrasó casi 12 horas nuestro inicio», se lamentan. Todo cambió y desde Estambul se desplazaron en un avión comercial a Adiyaman, ciudad del este de Turquía, en el que fue uno de los últimos aviones comerciales que pudo desplazarse hasta dicha ciudad.
Durante su primera mañana, comenzaron a andar por las calles y a recibir peticiones de ayuda de algunos familiares: «Al ser el primer terremoto a las 4 de la mañana, no había dudas de que algunos estaban dentro de los edificios en sus camas. Nosotros veíamos montañas de escombros y no sabíamos si eso era un salón o un garaje. Si esto ocurre por la tarde tienes dudas sobre dónde están tus familiares, pero a esta hora no había dudas». Todo ello fue más fácil con la ayuda del perro que llevaban ambos policías, sin el cual no podrían haber viajado.
«Llegamos al aeropuerto el viernes a las 7 de la mañana. Han sido 48 horas de trabajo. Fue dejar las cosas y salir corriendo a trabajar. Las calles estaban cortadas de edificios caídos, escombros, etc. Se hizo un campamento en mitad de una ciudad y se cocinaba en común, en cualquier sitio, no había cocinas ni nada», comentan sobre sus primeras horas.
Según cuentan, con el paso de los días, las labores de rescate de personal que llegaba de fuera de Turquía se han ido complicando por las diferentes culturas e intereses que hay en la zona afectada por el terremoto: «La idea era estar hasta el martes, pero solo estuvimos viernes y sábado por esto mismo».
«No van a reconstruir zonas donde no haya víctimas, esa ciudad se va a quedar así. Tú no puedes reconstruir una ciudad casa por casa sabiendo que puede haber otro terremoto mañana», comentan sobre el futuro a corto plazo de algunas de las ciudades.